26 de septiembre de 2009

La mejor etapa.

Ya somos varios a los que cuando les preguntan que si qué epoca ha sido la mejor hasta ahora, contestamos que ha sido estar en el CBTIS 122; entre los 15 y 18 años, entre los 14 y los 17 para ser exactos a lo que a mi respecta.

Recordarlos nos pone una sonrisa en el rostro y se nos mira en los ojos esa nostalgia, las ganas de volver a vivir esos tiempos, de ser unos chavalos postpubertos de quienes la vida era la escuela, los amigos y una que otra actividad extra. En mi caso, la danza.

Entre plática y plática, que por lo regular ya se tornan casi iguales porque recordamos eso mismo siempre, lo mejor y hasta lo peor, caemos en la cuenta de que eramos bien felices. La ironía de las cosas es que no teniamos lo que ahora tenemos, ni viviamos lo que ahora vivimos y creemos que necesitamos tener y debemos vivir. La vida era fácil, al menos más que ahora, los sufrimientos más cortos y menos severos, las responsabilidades exactas y adecuadas, no de mas, los amigos estaban ahi, todos los días.

No necesitabamos de una identificación para sentirnos grandes, no requeriamos de cada fin de semana salir a desestresarnos a buscar putas y alcohol; los besos y los abrazos bastaban, no se requería de sexo frecuente o de perdida esporádico, las fiestas eran en las casas de los amigos con una botella de tekila para todos los invitados, te llevaban y te recogían temprano, la escuela era fantástica porque pasabas 8 horas con la gente que te hacía reir a carcajadas, los recesos se volvían mágicos cuando antes o despues tenías hora libre, se te iban las miradas con los de 6to cuando eras novata y con los novatos cuando eras fósil.

Todo era sencillo, no te abrumabas por el trabajo, por los hijos, el conyugue o el concubino, de que si falta dinero, de si que a dónde el fin o qué vamos a pistear?... La prepa era la onda. Y ahora, si no sales un fin de semana te sientes un perdedor y patético hombresin sin vida social, tienes que pistear para sentirte en onda, para ser ameno o puras de esas, el sexo comienza a ser imprescindible despues de que lo descubres -pregúntenle a Brenda- ya no es emocionante solo unos besos, después de convivir 8 horas con la misma gente todos los días, lo que quieres es salir corriendo de ahi, ahora tienes deudas, antes nomas ganas de crecer.

Era simple, las cosas eran simples. Teniamos justo lo que necesitabamos, austeramente, y eramos felices. Mucho más que hoy me arriesgo a asegurar.

No se a los demás, pero para mi la prepa es lo mejor por varias razones, razones de peso. Me enamoré. Fué cuando he tenido la relación mas bonita y larga hasta ahora. Conocí la playa. Comenzaron los viajes, las experiencias y todo el aprendizaje en mi pasión: la danza, porque Rarajípame se hizo presente y de ello hay tanto, pero tanto de qué estar feliz. Reía a carcajadas a diario, era creativa, simpática, menos gruñona, muchísimo menos amargada, sonreía a diario y por inercia, escribir cartas era una adicción, los amigos y compañeros eran únicos y bastos, conocer gente era más fácil, la vida se me iba menos rápido, entre tantas.

Pregúntennos, sea por lo que sea, para muchos, la prepa ha sido la mejor etapa de nuestras vidas.

¡CBTis 122, Bulldogs...bulldogs! ¡Perros, siempre perros!

21 de septiembre de 2009

Cirugía maxilofacial

El sábado fué el día. Quizás el ir a trabajar, que más bien a trabajar trabajar no fué, pero vaya, un sábado en la oficina ya es considerable, ayudó a que despejara más mi cabecita de eso que ya me esperaba. ¿Qué hacía? Ya había pagado la mitad del 'tratamiento'.

Llegué al consultorio justo a las 2 de la tarde. Ahí estaba el doctor Sotero, el viejillo parlanchin, cabeza del consultorio, que pareciera tiene hormigas en la cola, porque no para, anda de un lado al otro. Ya no estaba la muchacha rígida, pero bonita, que si sonriera se vería aún más, en la recepción. Estaba un señor canoso, con finta de chilango y unos lentes cuadrados enormes.

'Ya vengo a que me saque la muela doitor'- Dije con la boca entreabierta tratando de no pisarme la lengua, la misma que me laceré bajo el influjo de la anestecía 3 días antes cuando me quitaron las caries. [Si, si, me la mordí en considerables ocasiones. ¿Y qué?]

Hacía 3 días me habían quitado las caries y puesto resina en mis muelitas 6 y 7, esas que estan antes de la del juicio. El doctor González, a reserva de lo que sea, que es un chamacón como de mi edad y que se ve re te bien en pantalones vaqueros, me trató de maravilla...Y esperaba por lo menos que lo hicieran, en mi cirugía trágica, un poquito como él. No fué lo mismo. El doctor Sotero me aplicó la anestecia sin ese gelesito previo que te seudo duerme para que el piquetito no te duela tanto. Me metió nomas un algodón pinchurriento con un gel, según él, por arriba de mi muela y ya; no sucedió nada más que el que me supiera a chicle. La agujita con la que me inyectó la anestecia logró causarme un leve dolorsito, ahi si ya no me gustó. Me echó fuera del consultorio el muy canijo a esperar que hiciera efecto.
La anestecia duró más en esta ocasión para dar efecto, o quizás era que estaba lo suficientemente nerviosa y desesperada porque todo ya pasara que los segundos parecían horas.

Mi madre estaba conmigo, más angustiada que yo. Le tiene pavor a los dentistas y es un cúmulo gigante de nervios con dos patitas y ojitos coquetones. Todos los dentistas estaban ocupados y el inquieto Dr. Sotero, seguía yendo de un lado para el otro, sin prestarme mucha atención a mi y a mi anestecia, que ya conseguía que se me empezara a escurrir la baba.

-Póngame otro cartucho doctor, no quiero sentir nadita-
No se pudo negar a mi petición. Me pasó al final del corredor, pegadito a donde te tomaban las radiografías. No encontraba el incauto la mia, así que tuvieron que tomarme otra, para que otro dentista, señor ya, morenito y de ojos tristes la viera. No me iba a operar el hiperactivo, me operaría el Dr. Rodríguez, ese de ojitos cabisbajos.

Después de jugarme unas cuantas bromas sobre si estaba consentida, era una chiple y demás, porque mi madre preguntaba a cada rato que si cómo estaba, que si para cuándo, que si qué me haría y tambien por mis súplicas porque me trataran como el Chamacón Doctor, pantalones apretados González, se dignó a callarse y a dejar que el otro señor me operara.

Tenía frío. Por dos razones: porque el aire estaba alto y siempre tengo frio en mis piesitos y mis manitas y porque tenía miedito. Jamás me habían hecho algo parecido, lo más cerca que habia estado de un dentista habia sido en profilaxis y en las sacadas de dientes de leche cuando era niña.

Lo vi todo. Justo en la lamparita de la silla donde estuve sentada, se reflejaba en un circulo al centro de ésta, lo que hacían en mi boca. Tuvieron que partirla en unos 4 pedazos, sino es que más para poder sacarla. La méndiga venía chueca, totalmene horizontal y pegadita pegadita a la otra.
Lo feito no es escuchar el sonidito del taladrito, que le tuve que sostener la manguerita que absorve el agua al doctorsito, porque mi traviesa lengua no la dejaba en paz, ni tampoco toda la sangre que salió; lo feito fué cuando la sacó: ejerció tanta presión que sentí que mi cabeza quedaría incrustada en el sillón y me quejé...ni siquiera lo pensé, me quejé y lancé un gemido desde mi boca abierta de par en par. Debido a esto, decidió partir la muela en otros dos cachitos.

Lo que si vi perfecto desde el circulo en la lámpara fué cuando me suturaron el boquete que quedó tras quitar la muela. Ya estaba ahi de chano el doctor Gonzalez, quien ayudó a sostener la manguerita y mi lengua. Viejos mensos, como se vió que coser no saben. Se les hizo nudo el hilo ese verde mayate con el que intentaron coserme. Jalaron tanto y tanto que lo enredaron más, no encontraban donde exactamente era que se podía desenredar y yo con la bocota abierta, no podía decirles-o sugerirles- que lo más fácil era cortarlo y volver a comenzar. Hicieron su desmadre y sabrá dios como me cocieron, pero lo hicieron. Ya estaba cansada, estresada y me quería ir.

Un litro de nieve, 2 horas con hielo en el cachete, una buena dósis de ketorolaco y mi cama fueron los que terminaron el sábado.

No es en sí el dolor la verdadera molestia, no no. Es el no poder comer mas que líquidos y gelatina. ¡Cómo se me antojan unos tacos de tripitas, un elote en mazorca, un burrito de bisteck, una manzana crujiente, unos huevos rancheros...!

Lo bueno es que hoy, ya pude comer verduras enteras y una quesadilla. Me recupero rápido y el dolor ya casi es nulo. 7 días más y voy a que me quiten los puntos.

Sigo diciéndolo, maldita muela del juicio.

14 de septiembre de 2009

Me duele la muela...

¡Maldita muela del juicio!

Me preguntaba cuándo iban a salir esas muelas; desde que era pequeña señalaban los 18 como la edad en que éstas se presentaban, casi igual como cuando te cuentan qué será ser mayor de edad. Y los años fueron pasando y esas muelitas jamás dieron indicios de que fueran a salir o a lastimar de alguna manera y a unas semanas de cumplir 24 comenzaron a dar seña.

Desde hace unos días, la muela de mi lado derecho inferior comenzó a dar lata. La carnita -me imagino que el pedazo de encía que la recubría- comenzó a dilatarse y a encogerse poco a poco, como si la muela al salir la restirara por detrás y se la tragara poco a poco...Hoy duele más, mucho más que antes. Esa carnita restirada por encima de ella está aún viva y duele, duele muchísimo.

Maldita sea, creo que la parte proporcional de mi quincena para pistos y chuchulucos ésta semana se irá a la cirugía para que la extraigan.

Pinches muelas de shit!

12 de septiembre de 2009

Que jamás se olvida.

Siempre habrá gente que jamás dejará de gustarte. Gente que jamás dejarás de querer. Gente, que se hace especial. Gente que no se irá, aunque no esté cerca. Gente que permanece a través del tiempo.

Hay miles de razones por las que la gente se convierte en ese tipo de gente; pudiesen ser el amor de tu vida, el mejor amigo de la primaria, el mejor compañero de trabajo, aquel que te ayudó a salir de un gran problema, el primero o el último en algo...muchísimas razones se encuentran.

En mi vida, él es alguien así. Y bien pudiese buscar muchas más razones de las evidentes y ya bien conocidas del porqué aún no se me olvida, del porqué todavia lo tengo en la cabeza y en mi corazón de mazapan. Y siempre que alguien me pregunta porqué es que aún persiste, le digo lo mismo, que hay gente que jamás se olvida.

Dejando de lado, el que tengo una buena memoria, me parece que es clave el que con aquella gente con la que he tenido un lazo un poco mas emocional o sentimental, es más dificil que se vaya. Como cuando pasan los años y por cada uno hicieramos una marquita en la pared...asi se me queda esa gente, marcada.

Él, además de lo sentimental, me dejó otra cosa. Quizás ni por enterado esté o ni siquiera intención tenía, pero algo es seguro, que cuento mi vida en antes y después de él en varias cosas.
Al menos hasta hoy así es, quizás olvide qué pasó o qué no exactamente, quizás se me olviden las fechas, pero él siempre va a gustarme. Bien puede engordar, enflacar, cambiar de auto, de casa, de trabajo, casarse, operarse la nariz, volverse emo, chero, darketo o un pelajustán, pero yo seguiré encantada con aquel chamaco de diecinueve, nariz grande y ojos chiquitos que entrelazó su vida con la mia en una noche de sábado.

Porque sencillamente hay gente que jamás se olvida.