22 de junio de 2012

De lo que dicen que soy...

A todos nos cuesta vernos reflejados en las opiniones de otros, incluso si éstas son buenas. Muchas veces no es dificil descubir puntos débiles, defectos y errores en palabras de otro; también para otros ha de ser medio raro escuchar (saber) de otros cosas lindas y hasta cierto punto puede ser indiferente cosas que ya sabíamos de nosotros mismos.
La gente que te conoce poco, pero a la que le caes bien, dirá cosas buenas de ti, eso sí, no más de tres, concisas y generales como el que eres alegre, que hablas mucho y/o que tienes un caracter que se nota fuerte (aquí dudan si dijeron algo que no quede bien) y no te dicen los defectos por falta de confianza.
Aquellos con los que has convivido más tiempo, pero dentro de la fiesta y de 'compas', pueden decirte una descripción con unos cuantos adjetivos e inclusive tirarte flores porque dicen que eres amorosa, decisiva, buena amiga, trabajadora y buena onda.
Están los que te conocen bien los defectos pero que te quieren por tus virtudes y te dicen de una manera bonita o bien pensada, que no eres un pan de dios ni mucho menos, que no eres digerible para todos, pero que te adoran porque eres una mujersota.
Otros le ponen hasta el chistesin para decirte que eres medio geniosa e insoportable muchas veces, que te toleran por obra y gracia del espiritu santo y su mucha paciencia, pero que por causas del destino y leyes extrañas ajenas a la ciencia, estan en tu vida y tu en la de ellos y te aman porque cuentas chistes graciosos sin estar borracha (ahí difiero) y ademas no eres como nadie más.
Más interesante se pone la cosa, cuando quien te describe es alguien cercano, pues te dice lo que ya sabes de forma bonita, pero burda o a veces ni tan bonita. Está del que esperas palabras generosas y sólo te dice que eres una mujer de caracter difícil, impredecible, loca, fastidiosa, pero admirable; también está del que crees que te dará todo un discruso y engloba todo tu ser en una sola palabra (que ni siquiera te describe) como atípica o especial. Dentro de ésta categoría está también el que termina diciendo algo que ni tu sabes que eres como 'antropológica'.
El que te califica con adjetivos domingueros como 'pragmática'.
Tus amigos mas cercanos, que primero te sacan el cobre, de seguro por la confianza adquirida, rematan con frases excelentes y amorosas que te hacen corroborar que te aman a pesar de justamente  saber lo que eres y cómo eres.
Tu familia, aprovecha para descargar traumas, quejas y un que otro malestar emocional en sus palabras pero termina tu descripción haciendo saber que aunque ellos no te escogieron, dicen que eres una reuma, una méndiga, un tormento, el karma materializado por un error que cometieron, pero entre líneas te dicen que eres la mejor del mundo y que si hubiesen podido hacerlo serias de su familia de cualquier modo (aunque sea como prima tercera).
Otros dicen admirarte, otros esperan mucho de ti, hay quien neutralmente se dedica a desmenuzarte para encontrarte sabor y quienes te dijeron algo que nunca creíste que fueras, pero que eres; quien te describió con palabras jamas pensadas.
A todos los que tuvieron el tiempo y la sinceridad de decirme, en este juego-experimento, qué soy y cómo soy, gracias. Al final de todo, sé que voy por buen camino y que formo parte del lado bonito (a menos que todos estemos en el lado feito y no nos demos cuenta) del mundo y de las personas que pueden dejar algo bueno a través de su estancia aquí.

17 de junio de 2012

Cerebro programado para patanes.

Desde hace tiempo vengo pensando en la idea estúpida de que mi vida puede ser una película de hollywood, de esas comedias románticas donde la susodicha sufre y sufre pero al final se queda con el chico guapo, inteligente, perfecto y simpático, pero no, venga, no estamos para eso y sabemos que la vida no es tan cliché (aunque quisiera). Más bien creo que ese pensamiento me hace sufrir 'deoquis' y que me programo a encontrar hombres que no me quieren o a querer estar solo con los que no lo hacen; ya ven que dicen que uno siempre atrae esas cosas que busca, aunque sea inconcientemente. Quizás tratando de seguir el guión de víctima solitaria que derrocha amor, que se equivoca y se equivoca pero al final tiene su final peliculesco, mi cerebrito se programó para encontrar solo relaciones fallidas y hombres que solo me rompen el corazón.

Aunque no descarto que tenga culpa considerable en el asunto, también se la adjudico a ellos. No me cabe en la cabeza el proceder que tiene mucha gente, hombres y mujeres, la incapacidad de decir la verdad por temor a hacer daño, cuando más daño hacen provocando ilusiones y esperanzas falsas, tampoco concibo que alguien después de recibir solo cosas buenas, no tenga ni la menor idea de la reciprocidad y el agradecimiento hacia quien le trata bien. Si, ya sé que me van a decir que las ilusiones y las esperanzas uno se las crea, no otra persona o cosa, pero me atrevería a decir que las creamos en al menos un cimiento y ese cimiento lo ayuda a construir esa cosa o persona.

Cuántas lágrimas o disgustos me hubiera evitado si todos ellos me hubieran dicho que no desde un principio, si no hubieran esperado a que me llenara de ilusión, si hubiesen sido claros desde un principio, si no hubieran besado mi boca para despues irse sin decir adios. Si tan solo hubieran visto que tenían mi corazón y no sólo todo lo que fuí capaz de hacer por ellos sin siquiera decir gracias, sin siquiera demostrarme que también me querían; pero claro, como iban a demostrarlo si no era así.

Algún karma estaré pagando, no sé. Soy una mujer estúpida que no logra adaptarse a ese círculo vicioso donde las mujeres ahora son unas cabronas porque los hombres lo son y los hombres siguen siendo cabrones porque las mujeres se volvieron así. Soy alguien que no puede hacerle o desearle a otro lo que no quiero para mi, no puedo usar o tratar a una persona para mi conveniencia.

Lo que sea, me tiene cansada y con ganas de mentar madres por doquier. Aunque para estas cosas, siempre siga positiva y con esperanza de que algo bueno tiene que llegar, porque me lo merezco.

9 de junio de 2012

Sin ton, son ni nombre 16

De esos días en los que te pones a pensar pendejadas y te acuerdas de gente del pasado no ocurren muy seguido. Pero hace unos días, caminando por el barrio, pensando en lo que estabas haciendo ahora, en esa ciudad desconocida, nueva y con el invierno sobre ella, pensaste en si alguna vez esa gente se imaginaría que tu fueses a llegar a ser lo que eres, porque tú sí: quizás no exactamente, pero siempre tuviste claro que no eras como todos, como nadie y que tus diferencias harían un cambio...Te acordaste de Josefina, tu perfecto amor platónico de la pubertad, de tus años de secundaria. Era una niña linda, con una sonrisa gigante y una personalidad muy afable. Te habías enamorado de su gran sonrisa. Ahí fué cuando te diste cuenta que las sonrisas eran tu punto débil, ella tenía la mejor. Josefina tenía novio, para tu mala suerte, pero tu la amabas en secreto, un secreto del cual todo mundo se enteró, hasta el profesor Miravelez, el de matematicas. Ella también lo supo, por supuesto, pero lo tomó de la mejor manera posible y eso, le dió un millón de puntos más. Ella jamás te trató mal o dejó de hablarte por saber que te gustaba, como otros chicos solían hacer, pero jamás le dijiste nada, aunque era obvio, jamás te atreviste a decirle que su nombre y su cara se habían grabado para siempre en ti.
Mientras caminabas por las calles de Almagro, el barrio donde vivías en Buenos Aires, llegó a tu mente la cuestión de si Josefina se acordará de ti, si en algún momento ella se habrá dado cuenta de lo que llegó a significar, de lo grande que es, de lo especial y del icono que es en tu vida. Si fué capaz de darse cuenta o si hay alguna forma de que pueda enterarse de que significa algo grande para ese hombre de 26 años, que ha salido del país en busca de sus sueños, de un hombre que todo lo que hace intenta hacerlo de la mejor manera, que es bueno, que refleja todo en su rostro, que lucha por la justicia, que ama y que espera que lo amen algún día, de principios fuertes y de valores bien plantados; de un hombre que trascendió más allá de la colonia Villa Juárez, donde estaba su escuela, un hombre que salió no sólo de la ciudad, sino del país por capricho, por gusto y por que pudo.
Te sientes orgulloso del pedazo de hombre que eres, porque sabes que no has alcanzado a ser todo lo que puedes y lo que quieres, pero, sin alardear sabes que eres mucho. ¿Se sentiría Josefina orgullosa también? Si supiera de ti, diría: ¡Oh, Esteban, el chico al que le gusté en secundaria qué grande que es! ¿Te admiraría de alguna manera? Te encantaría restregarle en la cara de todo lo que se ha perdido, mostrarle el forro y lo genial que eres. Pero para qué, no tiene caso, tu solo piensas en esa gente que se te quedó marcada para siempre y te gustaría que ahora se dieran cuenta qué tanto has logrado y que pudiste trascender, que sigues siendo el chico bueno de la secundaria, pero mejor, que no se estancó...
Ojalá Josefina pudiera verte, ojalá se diera cuenta que aún sigues, de vez en cuando, recordando esa magnífica sonrisa que de jovencito te iluminaba la existencia y hacía que te temblaran las rodillas.

7 de junio de 2012

El recuerdo del olor.

Hoy desdoblé uno de los swetters que traje desde México para el invierno y me llegó ese aroma a suavizante de ropa, ese con el que la lavaba en Chihuahua. El aroma me transportó, me hizo viajar por unos instantes hasta allá. Me posé en mi casa: entré por la ventana de mi cuarto y miré mi cama, mi edredón de bob esponja, mis pantuflas, mi librero atiborrado de libros, cuadernos y fotos, mi tocador vacío con una botella de perfume a la mitad, mi retrato de los XV años, mi tapete y el bote de basura, y aspiré...hice parte de mi otra vez ese olor de mi recamara, ese olor mío. La puerta del cuarto de mi hermano estaba cerrada, no la quise abrir. Bajé las escaleras mientras los rayos del sol de la mañana entraban por la ventana a un lado del barandal, del lado derecho, la habitación de mi mamá; quise hacer como cuando vivía ahí y mirarla dormir calientita en la orilla de la cama y cerrar la puerta para no despertarla. La sala, chiquita pero no sé cómo mi madre hace que se vea tan amplia, luego el espejo grande frente a mi. Mi casa...olía a mi casa, al comedor iluminado por el ventanal, a la comida de mi mamá...Deseé estar ahí de nuevo, tocar, pisar. El olor de mi swetter lo logró hoy...y hacía meses que lo había lavado, empacado y traído hasta Argentina.