19 de septiembre de 2010

Del Festejo Bicentenario.

Apenas han pasado 3 días de la celebración del Bicentenario de la independencia y parece ser que fué sólo un 16 septiembre más, un día en el que se gastan millones de pesos en adornar y apoquinar a la gente de un cúmulo de pretextos disfrazados para que se crea en un mal gobierno, para otros fué un puentesaso, donde aprovecharon para liberarse del estres, para irse a pistear, de vacaciones, para dormir hasta tarde o para ir a ver a Alejandra Guzmán a la plaza de armas después de que el Gobernador tocara la campanita frente al Angel de espadita láser. Nos pasó de noche. Y me incluyo totalmente porque fué el 16 de septiembre menos patriotico que yo haya pasado. Le sacamos más provecho a la celebridad por los privilegios que nos otorgó que por la denotación propia del festejo. Se dieron incluso, controversias de si debíamos o no festejar por aquello de la delincuencia, de que el narco nos fuera a matar a todos, que hicieran explotar la ciudad o a más de 20 personas les robaran su automóvil al mismo tiempo.

¿Había, de verdad, algo qué festejar? Yo creo que sí, más sin embargo no lo hacemos como debiésemos, es más no tengo ni la más remota idea de cómo poder hacerlo mejor más que siendo mexicano siempre e interesandonos en México todos los días. Es claro que no muchos pueden contar que estuvieron en el año 2010 festejando los 200 años de la lucha de independencia y como no, no los mal ponderados 100 años de la Revolución. Digo, es algo para contarle a los nietos. Por ahí en principio, ya es justa y basta razón. Me agrada también que hayan tenido la intención de que la gente se enterara más de la historia (contada a conveniencia claro) no le hace que con telenovelas, películas, folletos o hasta con mensajitos de celular. Lo que me parece interesante es que no hacemos las cosas mientras no haya en realidad algo que nos incite a hacerlo, un justificado motivo para actuar pues esperamos que las cosas se tengan que hacer o que se de la posibiliad. Bien por quien trabaje por ello, pero ¿a poco vamos a esperar otros 100 o 200 años para volver a rescatar la historia y reconocer que hay cada 16 de septiembre, algo más allá de fiesta y gritadera que festejar?

Por otra parte están los pesimistas, ignorantes, amargados y tontos que se quejan sin saber, sin conocer y que prefieren ver solo lo malo de nuestro país, nomás porque no tienen otra cosa mejor que hacer. Ahí están los que sólo se quejan de que tenemos niños gordos, de que nuestra política está podrida y nuestro gobierno corrompido, que la piratería ensucia el mercado, que la delincuencia es mucha, que el narco se apodera de nosotros, que los jóvenes no tienen valores y que la vida ya es muy cara; cuando son los primeros en tirar basura a la calle, en no comer verduras y/o frutas porque prefieren comer garnachas, los que enseñan a sus hijos a chingarse al otro, los que buscan cómo beneficiarse del árbol caído, los que se pasan el semáforo en rojo o dan mordida al oficial de tránsito después de que los atrapan, los que prefieren pagar por su título universitario o por una pelicula pirata de mala calidad, los que se gastan el sueldo en alcohol y viejas, los que golpean a sus hijos y esposas, los que no hablan con sus adolescentes y les enseñan a respetarse, los que creen que legalizandose las drogas se acabará con la delincuencia organizada...Ese mexicano que se queja de todos y todo y no hace nada ni en defensa propia, aquel mexicano que cree que ser mexicano no vale nada, mientras se rasca la panza y se pica el ombligo, aquella persona que no le interesa saber qué es o quién es, qué es México y qué cosas buenas puede sacar de él. Hasta que esa cultura termine, podremos entonces festejar como reyes, festejar lo que somos y lo que hemos logrado ser, hasta que el quejoso comience por si mismo; hasta que se termine de ver la paja en el ojo ajeno y se sienta la viga en el propio. México, señores, es más que eso, es color, vida, tradición, sabor, tierra, trabajo, danza, lenguas, cantos, música, paisajes, gente, texturas, comida, olor...etc.

Comienza por hacer algo mejor de ti. Porque si no sabes, no hables, no te quejes.
Tenemos mucho qué festejar, 200 años de México y los que vienen, 200 años de gente que apartando sus verdaderas intenciones y conveniencias, no se quedó sentado, esperando a que algo sucediera. ¿Porqué festejar sólo un día al año? ¿Porqué olvidarnos de la connotación del festejo 3 días después? Ser mexicano es más que bigotes y tres colores y no te vas a dar cuenta hasta que salgas, saques la cabeza y conozcas México.

6 de septiembre de 2010

A mi siempre me ha sido dificil, dificilísimo olvidar; es sencillamente algo que no se me da. Las cosas pasan, dejan de doler, se digieren o se meten debajo de la cama para que hagan compañía a todo ese polvo, pero jamás, jamás se me olvidan. Es como aquella sonrisa tímida pero gigante del niño de cabellos lacios y converse azules que me encantaba en el kinder, cuando aún vivía en aquella colonia del norte de la ciudad; como aquella cachetada que me dió en plena vía pública la mamá de Alejandra, porque llegamos media hora tarde de una fiestesilla pinchurrienta en la casa de Eddy; como la sensación de los labios de Alan juntándose con los mios, el mismo día en que vendimos el auto violeta de 8 cilindros; como cuando mi mamá me enseñaba las tablas de multiplicar; como cuando olvidé el vestido de polka azul colgado de la malla de la secundaria después del ensayo; como cuando ví por primera vez a Marco o los nervios que me dan cada vez que subo a un escenario a bailar; justo como cuando por enésima vez el hombre de cabellos rizados y rojos me demostró que no quería estar conmigo. Hay cosas, que jamás se olvidan, cosas, que no se me olvidan.

Que tengo buena memoria, sí, fotográfica pudiésemos decir, pero estos recuerdos van más allá de imágenes, se componen de llanto, de risas, de olores, de tactos, de emociones y de cientos de días de soledad.