16 de marzo de 2016

¿Cuál es tu meta en la vida?

Cuando era adolescente, antes de tanta tecnología, uso del internet y el consumismo digital, se utilizaban unas hojas amarillas, tamaño carta, impresas por ambos lados con preguntas concretas y directas para resumir tanto la vida personal como laboral de aquel individuo que las contestaba y con ello, solicitar un empleo. Eran más famosas y usadas que Facebook.

Solicitud Printaform le decíamos. Dicha solicitud, en la parte que constaba de aspectos personales, tenía una pregunta que a mi gusto, es más que personal; la verdad, que poniéndome a pensar, muy pocas veces la he hecho y me la han hecho personas cercanas, a excepción de las miles y miles de solicitudes printaform que tuve que llenar y sabrá Dios cuánta gentuza fue a saber algo tan íntimo de mi con sólo leerlas. A la mayoría de la gente le hacía pensar un montón o respondían con cualquier cosa porque no sabían qué poner, pero para otros diestros en el llenado, la pregunta era bien fácil y la respuesta hasta la escribían por inercia. ¿Cuál es su meta en la vida? citaba la pregunta.
Para mi, ingenua e inocente y sobre todo terriblemente sincera en aquellos tiempos y después de haberle pensado un rato, la mejor respuesta que pude tener fue: Ser feliz. No había ni más, ni menos qué responder.

No faltó el que osadamente se rió de mi respuesta y me sugirió, de forma muy campeona, que lo cambiara, que las metas en la vida deben ser cuantificables y con plazo y que la gente que lee las solicitudes, a veces es muy pendeja y entenderían todo, menos lo que yo quería decir y que había que decirles lo que ellos querían escuchar. En esto último tenía mucha razón.
Como soy bien pinche terca, agregué objetivos cuantificables y con plazo como terminar mi carrera universitaria en el 2008, pero al final éstos siempre venían acompañados por el "y ser feliz".
Con el paso del tiempo otros objetivos y metas, "cuantificables y con plazo", y muchos prejuicios tanto míos como de otros, desplazaron a mi primordial. Se leían solamente entonces, algo como: desarrollarme profesionalmente y comenzar una maestría en el año 2010, encontrar un trabajo digno y estable con un sueldo mayor a muchos miles de pesos y purasdesas. Después comprendí que eso del trabajo digno y de muchos miles de pesos me sería más difícil y utópico de lo que creí.

Comencé a decirle a la gente, a esa que recibía mis printaform o que me llamaba para conocerme en persona y hacerme unas preguntas, supongo que para corroborar qué tan cierto era lo que había escrito, lo que quería escuchar de mi y encontré fácilmente empleo, siempre. Pero nunca fue lo que quería, al menos, no me daba cuenta después de haber aceptado el trabajo. O sí, pero tenía el concepto de trabajo tan distinto al de ahora, que me exigía tener alguno y hacerlo lo mejor posible para no ser una desempleada ineficiente, en vez de darme el tiempo para encontrar alguno que me ayudara a cumplir con ese objetivo de adolescente. Era claro, había olvidado mi ingenua meta, tanto que buscaba trabajo por el dinero, por la utilidad como individuo, para ayudar a mi madre -que jamás me pidió algo-, para tener experiencia y por tantas otras cosas que creía me harían una mejor persona, y por consiguiente feliz, porque todos decían que así sería, pero que nunca lo hicieron.

Ahora, a mis 30's, me doy cuenta que pensar fuera de la caja es complicado, no para quienes lo hacen, si no para quienes no. Que hablar de metas o de cualquier pensamiento, razón o argumento ingenuos, peculiares, "anormales", no dentro del estándar, no debería de ser razón para juzgar, limitar o relegar a quien es diferente.
Ser fiel a tus ideales, a ti mismo, siempre te llevará por buen camino, porque siempre, siempre te conducirá a eso que quieres, a ser feliz. Ahora, puedo decirle a ese que me dijo que mi meta de ser feliz, no era cuantificable y con plazo, que se meta sus palabras por el culo, porque ser feliz, es una meta más que cuantificable y con un plazo más que específico. Me he prometido a mi misma, que buscaré empleo, pareja, amigos, un restaurante, unos zapatos...a razón de esa meta, sólo tendré que medir cuántas risas, lloriqueos, dolores de panza y cabeza, horas de sueño placentero, días estables, días de mierda, amigos, enemigos, viajes, sonrisas, personas a las que he ayudado, cuántas me han ayudado y cientos de indicadores más, para cuantificar mi felicidad. ¿En qué plazo? todos los días, semanalmente, trimestralmente, anualmente...toda la vida.