30 de octubre de 2010

Al final de todo este tiempo, me he acostumbrado a estar sola y a hacer todo por mi misma, tan así que me he vuelto muchísimo más dura y exigente conmigo.

He olvidado qué es que me abran la puerta del auto; que me regalen flores aunque sea de crucero. Ya no recuerdo qué se siente tomar a alguien de la mano y caminar por la calle; que alguien me diga que me quiere mirandome a los ojos; ya no sé qué es que vengan a mi casa y me dejen por la noche con un beso; que me manden un mensaje por el simple hecho de que piensan en mi. He olvidado qué es besar a alguien frente a todos por el mero gusto de que puedo; he olvidado dedicar mis días a alguien; he olvidado qué se siente no pagar la cuenta o la parte que consumí siempre; he olvidado qué es que alguien me cuide y proteja; que me ofrezcan ayuda sin pedirla, que me den algo sin pedir a cambio.