31 de julio de 2008

Sino lo usa....

De lo que encontré en México:

Qué manera más simple directa y concreta de decir: Ven y hazme útil. ¡Que mercadotecnia futurista y elaborada ni que nada!

Al chile:

Y recuerde: SI NO LO USA, EMPÉÑELO, aceptan CASI de todo.

Brenda...

Hoy como muchas otras tantas veces pensé en ella, pero diferente, comencé a recordar el cómo la conocí y que las primeras impresiones a veces se equivocan mucho y se difuminan con una sonrisa. Han pasado años. Tambien recordé cuando me confesó estar embarazada y lo dificil que había sido contarmelo, incluso muchisimo mas que el haberselo dicho a sus padres. Eso para mi fue un halago, pues el darle batalla el cómo decirmelo era interesante. 'Sabía que me ibas a regañar y que te iba a doler, no sabía cómo decirtelo, pero tenía la necesidad y la obligación de hacertelo saber, quiero que estes conmigo'
Extrañamente me lo dijo por el messenger, una tarde que había salido de trabajar y yo estaba de ociosa en mi casa.
Nos cambió la vida, a todos. Mi madre lloró al escuchar la noticia y yo, comencé a sentirme diferente, nuestro futuro juntas ya no sería lo mismo, ya no podríamos crecer juntas de la misma manera, al mismo ritmo y menos en las mismas circunstancias. Los viajes, los hombres, las borracheras, las salidas de noche, la escuela, los amigos, los proyectos de vida nuevos eran para ella ya cosas de segundo plano, ahora debía dedicarse y estar para su bebé.

Era la clásica chica con cara de mala, con fachada de malandra, con sus 'cuernitos' sobre la cara y una cola alta estirando la piel de sus sienes y haciendo sus ojos un poco más chinos. Pelirroja en aquel entonces. Estaba en el mismo grupo y ya.
Un día me preguntó en dónde y a qué hora eran los ensayos. Quería entrar al grupo. Le di la información y ya.
Al día siguiente ahi estaba. No era buena, pero le echaba ganas. Dió la casualidad de que tomamos el mismo camión a casa. Se sentó un asiento adelante de mi y no se ni como fue que comenzamos a hablar. La hice reir, mucho, yo creo que con eso fué que me la gané. Sin pensar ya teniamos conexión y comenzamos a juntarnos en la escuela.
Siempre hemos sido diferentes, ella ruda, fuerte, altiva, determinante, coqueta, sin miedos, inteligente, practica... y yo, pues asi como soy. Buena combinación.

Durante los años de adolescencia tuvo cambios, como todos, pero bien marcados. La conocí gustandole Cipres Hill, las oldies y las rolas 'tumbadas' además de estar enamorada de los Backstreet boys, le metí en la cabeza el buen rock y comenzó a saber que la buena música siempre hace bien. De chola malandrina comenzó a hacerse metalera, a vestirse de negro y a pintarse las uñas, a usar calaberas y esas cosas. Su gusto por lo astrología, las cosas mágicas y esotéricas se hizo todavía más marcado, aprendió a leer las cartas y comencé a digerir sus supersticiones a flote. Después comenzó a dedicarle poco tiempo y mente a eso del vestir y se hizo 'normal'. Al entrar a la facultad de Contaduría, su color: el rosa. Ahora pensaba antes de irse a dormir qué iba a ponerse al día siguiente, las minifaldas, los labiales sutiles, el cabello planchado y los zapatos de tacón eran ahora su fuerte. No cabe duda, que pasó por tanta cosa hasta que encontró lo que ella es. Ahora, es normal, común y corriente y carga con todas esas facetas y las guarda en el bolsillo por si acaso le son útiles.

Mis primeras pedas, mi primer novio que conocieron en mi casa, mi primer relación larga, mis primeros logros en danza, mi primer banda, mis mejores años, la primera vez que vi el mar, la primera vez que 'murió' de borracha, mi depresión y cientos de cosas más fueron estando juntas.

La primera mujer a quien besé en los labios y con quien se ha convertido en la más inocente forma de decir ¡Hola! y ¡Adios!

Tanto que aprendí de ella y tanto que pude enseñarle. La extraño, la extraño tanto.

Brenda. Dios te guarde siempre.

5 de julio de 2008

Sin ton son ni nombre 8

Cuántas veces escuchaste que no te aborasaras, que tomaras tu tiempo, que fueras cauteloso, que no comieras ansias, que no se puede tapar el sol con un dedo, que estuvieras tranquilo, que las cosas apresuradas no dan resultados correctos y esa sarta de palabras que seguiste y que por hacerlo se te habían ido tantas cosas por pensarla demasiado.
Ahora, no querías esperar. Sentías esa extraña sensación cuando te levantabas de hacer algo. Requerías que los días no pasaran sin lograr un avance. Paso a paso, pero seguro, eso decías ahora.

Hacía mucho, mucho tiempo que no sentías algo asi, te morías de ganas de volver a verte entusiasmado, años habían pasado para que alguien te entrara por los ojos y la sintieras en la piel como ahora te pasaba con Adriana.

¿Qué hago? tu creatividad y romanticismo parecían estar truncados, idos, parecían no existir si al momento de hablar de conquista se hablaba.

Un amigo de tu hermano, al que le llamaban 'cerritos' ese chico robusto, de extremidades cortas, ese que parecía tener la cabeza encajada en los hombros porque su cuello no lograba distinguirse plenamente, el que padecía de depresión y de una autoestima bajísima, resultó ser 'amigo' de Adrianita.

-La veo cuando voy al gimnacio, nos caemos bien. Te voy a conseguir su teléfono.- Te dijo el muchacho de mirada triste.

Ya era noviembre. Y seguías suspirando por esa mujer, un mes después del encuentro en esa fiesta 'rave'. Habías conseguido trabajo, uno sencillo, para tener qué hacer en vacaciones.

Un día, en finales en la escuela, te la topaste. ¡Hermosa! era lo mejor que podía describirla. Sonreíste, como siempre...como pendejo. Y ella te vió y regresó la sonrisa. El 'cerritos' aún no te hacía llegar su teléfono y tuviste un buen pretexto.

-Hola Adriana. ¿Cómo estas?
-Muy bien. Vine a checar mi calificación del examen de estadistica.
-Y qué tal...
-Bien, tuve un 90. ¡facilisimo!

Además de bonita y de que le gustasen los beatles, era inteligente. ¡Era para ti!

-¡Felicidades!

Bla, bla...platicaron de cosas trilladas y sin mucha importancia. Te sudaban las manos y por segundos en tu mente solo estaba el deseo de besarla.

-Oye, conoces a 'cerritos' ¿cierto? Lo conozco por mi hermano. Fijate que lo ví hace días y me dijo que si te veía te pidiera tu telefono, algo necesita saber del gimnacio...- ¡Bien, creíaste haber atinado!

-Ah si. es tal...bueno, me voy...

Y no lo olvidaste, hasta que pudiste apuntarlo en un papel. Buscarías la oportunidad justa para poder llamarle.

Ya tenías su teléfono. Un gran avance. Y te lo había dado con el pretexto más tonto.

Ella no usaba celular, era una mujer antitecnología, decía que no le gustaban, vaya cosa, detalle sublime que te valía madre. Tenías el de su casa.

Si acaso 3 días después encontraste a 'cerritos'.

-...le dije que me diera su telefono porque tu lo querias.
-Mira, lo mismo le dije yo a ella, un día antes. - Contestó.

Eso además de haberte hecho reír y de sentirte algo apenado, si, apenado, te hizo ver, que renuente no estuvo en darte su teléfono. Realmente quería dartelo, sino, hubiera dicho que un día atras ya se lo había dado al 'cerritos'.

Un punto más al marcador.

Escenarios

Me sigo maravillando. Me sigo extasiando y se me sigue poniendo la piel chinita cada vez que me veo en ello, cada vez que la música, la danza y un escenario se conjugan para hacerme feliz.

Aún no pierdo esa capacidad de asombro, de aprender y de disfrutar lo que se ha convertido en mi vida desde que me acuerdo.

Ayer en el teatro, esos nervios tan extraños, las cosquillitas en la panza cuando se iba a abrir el telón, ver a los participantes bailar y estar inmiscuida en ese espectaculo me hizo sentir magia.

No puedo siquiera encontrar las palabras para describirlo. Me llenan esas ganas de hacerlo toda la vida; de bailar, de sentir la música y de crear ese estilo de vida siempre...

Me siento feliz y nada mas existe. Si hubiera participado...esos sentimientos y sensaciones se hubieran triplicado. Pero no importa.

Estar en Rarajípame ya no es un lujo, un pasatiempo o diversión. Es un estilo de vida. Unico, especial y extraordinario.

La música, la danza y un escenario, son unas de mis mejores terapias.

Brasil. Allá voy.
Juanito, Karla la recepcionista y yo ya nos habiamos puesto deacuerdo para ir el jueves a comer. Desde que nos quitaron media hora en el horario de la comida, ya no podía ir a comer a mi casa y tampoco a la de mi papá pues no esta en casa los jueves.

Al final, no comimos lo que yo quise: montados y terminamos yendo a plaza galerías. Nunca me ha gustado ir a esos lugares, donde va la gente que se cree nice pero no lo es. Prefiero gastar $50 en un riquisimo montado que en un semi restaurante que da caro solo por estar en el centro comercial.
El jefe se sentó a mi lado. ¡Maldición! ese hombre siempre me hizo sentir incómoda. Prejuicios, muy malas primeras impresiones, qué se yo, jamás me sentí bien a su lado.

Juanito siempre fue una persona en la oficina con la que hice click de inmediato, no sé si fué porque eramos los únicos de menores de 25 años y solteros. Juan es un desastre, desorganizado, nervioso, con casi nulos conocimientos del excel, pero muy noble, buena onda y un excelente abstemio.

No pude más y le pregunté a Karla de RH si había llegado el tan esperado cheque de la liquidación. Dijo que sí. Y hasta sentí cómo se me revolvió el estómago. No dudé y al primero que le dije fue a Juanito.
Se le nublo la mirada y se puso rojo. Se puso triste definitivamente. Yo estaba contenta...ese sería mi último día de trabajo.

Llamé a Cipriano, mi nuevo jefesito, y lo metí a la sala de juntas. Le dije que me iba y que estaba ahi para lo que necesitara, que era ya una realidad, que se iba a quedar con el departamento. Que yo había hecho todo lo que pude de la mejor manera posible.
Tras sus palabras, me solté llorando. Fué la única persona de la oficina que me dijo que era buena, que realmente iba a hacer falta, que no me preocupara, que mi edad, mi estatus de recién egresada y mis pocas responsabilidades como el no tener hijos, me ayudaba. Que soy una persona que se ve es buena y muy capaz. Me subió el ego.

El dejar la rutina de hace 6 meses, aunque pocos, ya sonaba nostalgico y no queria llorar frente a toda la oficina. Quité mi wallpaper, borré algunos archivos y guardé en mi memoria otros. Abri mis cajones y saqué mis cosas. Mandé un correo de agradecimiento y seguí trabajando. Como si nada pasara.

Llegué a mi casa y lloré de nuevo con mi mamá. El día había terminado.

Ese último viernes, no fué tan dificil. Ya la mayoría sabia que me iba. Dejé los últimos pendientes en el escritorio de mi jefe, saludé a Juan, prendí la computadora y en menos de 5 minutos nos llamaron a la sala de juntas.

En total $26,000. ¿Donde firmo? Vaya, me habia ido mejor de lo que pensaba.

Salí y recibí un fuerte abrazo de Juan, no me soltaba, sabía que no quería que me fuera. Los de mantenimiento no creían lo de mi salida, pocos le tomaron importancia. Despedida.

Rumbo a conciliación. De ahí, con cheque en mano, a seguir con mi vida.