28 de octubre de 2008

Sin ton, son ni nombre 12

Nunca se te va a olvidar, jamás; ese día en el que viste a tu padre llorar desconsolado, sincero y con un profundo dolor.
Se te hizo un nudo en la garganta y no pudiste decir nada. Nada. Te quedaste inmóvil, solo mirandolo y queriendo hacer tantas cosas. Tu mente giraba en torno de él, la situación y en qué debías hacer. ¿Cómo consuelas a aquel que hasta ese día había sido tu respaldo, al hombre fuerte que fué tu super héroe, al que cuando eras niño parecía que era fuerte como el roble?

Ahi, precisamente ahí fue cuando dejaste de ver a tu padre, como tal. Comenzaste a verlo como una persona tan frágil y capaz de doblarse como cualquier otra.

El divorcio de tus padres fué duro. Más para él. Ese día, había ido a los juzgados a firmarlo. Y estaba realmente triste. Cuando te llevó a la escuela a tu clase de ingles despues de comer juntos en su ahora nueva casa, no pudo más. Estalló en llanto y de su voz entrecortada solo se escuchaba: 'es que yo la amo...la amo'

Ya ni te acuerdas qué le dijiste. El tratar de consolarlo te era tan dificil. Tuviste que dejarlo ir, para que él solo se tranquilisara, asimilara las cosas y estuviera un poco mejor.

Uno aprende de sus errores y él debía hacerlo en ese momento. Le dijiste que no estaba solo, que aún hay mucho tiempo y vida por delante, que tu hermano y tu, estarán ahi para él, pero que tenía que luchar por él, porque si algo no le ibas a dejar que hiciera era que se perdiera y que no intentara salir adelante.

Ya muchos, bastantes, te habían comentado que era cosa de dos, solo de tus padres. Pero cuando se está en medio y ambos te interponen en eso que se supone es de ellos, te encuentras entre la espada y la pared. Vamos, bien sabías que ellos deberían arreglarselas solos pero son tus padres y el evitar que no te importe es practicamente imposible.

Tu hermano siempre lo tomó mejor, con más madurez y sensatez. Tu no, a ti te era un poco más dificil lidiar con los dos, pues eras tu quien cargaba ya con las cicatrices, con el frío y con la frustración de ambos.

Llegó el divorcio. Y lo tomaron tan diferente. Tu madre era otra, una mujer feliz, con brillo en los ojos y tu pobre viejo se veía acabado, flaco, ojeroso, triste, desaliñado y sin ganas de nada. Ahora era él quien debería aprender a vivir por si mismo, ya no tenía ni mamá ni esposa y tendría que comenzar a labrarse camino con sus propias manos y a dejar de ser un hombre mimado, flojo y atenido.

Ese día que lo viste llorar como Magdalena, de plano, te rompió el corazón. Entre sus lágrimas iba el pesar de sentirse solo, abandonado por la única mujer que creyó tener para siempre y por la cual se sentía protegido; les acompañaban el verse ahora un amo de casa, el tener que hacer él ahora muchas cosas por si mismo.

27 de octubre de 2008

Sin ton, son ni nombre 11

Marcela. I've just seen a face

Fué por los años de la prepa, cuando más feliz te has sentido, cuando más las cosas tomaban rumbo y parecían estar justo en su lugar, cuando la viste por primera vez.
Aún eras novio de Georgina, estabas en 4to semestre y te codeabas con tu inseparable amigo Beto.

La prepa han sido los mejores años de tu vida. Todo era simple y tenías justo lo que tenías, al menos asi lo recuerdas: amigos, una novia con todo eso que necesitabas que tuviera, la familia, la escuela viento en popa, actividades, tu música y una sonrisa en la cara.

Ese día tenías la clase de filosofía con la peculiar profesora Talamás, acostumbrabas sentarte casi al fondo, a un lado de Beto, a pesar de que la clase era entretenida nunca faltaban los juegos, las risas y esas cosas.

Siempre has sabido que las cosas nunca pasan solo porque sí, que no son casualidades, pues ese día, llegaste tarde. Siempre pasan así las cosas. Todo tiene una razón de ser. Ya no había butacas disponibles y tuviste que sentarte hasta al frente, en la segunda columna, justo de donde podías ver el patio, los bebederos y las canchas de basquetbol que se encontraban frente al salón.
Beto solo te miró con cara de 'ni modo wey, no pude hacer nada'. Tuviste que conformarte con apoyar los pies en esa clase de 'templete' construido para que el profesor se vea en todos los ángulos del salón.

Y volteaste...era inevitable hacerlo, había algunos estudiantes fuera, aún platicando, jugando y haciendo cierto ruido, de seguro tenían su hora libre. Justo por el marco de la puerta se veía ella. Te encantó. Era alta, morena clara, de ojos pequeños y una nariz grande pero que hacía un juego perfecto en su rostro, su boca pequeña y un lunar por arriba del labio superior. Fué de aquellas personas que llaman tu atención, que impactan a la vista, que no puedes explicar porqué, solo sabes que asi es. Y te quedaste toda la clase mirandola, volteando hacia el frente solo para despistar y por inercia. Te habías embobado. ¡Qué guapa! solo podías decir. Y ese día jamás lo olvidarás y puedes aún sentir cómo suspirabas y cómo se veía su rostro.

La clase fué de esa tremenda confusión (en ese entonces) que hay entre el 'ende' y el 'ente'. Tu maestra trató y trató de explicarlo de cuantas maneras se le ocurrió para que a ti y a tus compañeros incluso hasta al mas lelo le quedara clara la diferencia. Y ya no pudiste saber qué habia pasado con Anaxímenes y Anaximandro, pero te valió madre, ahí estaría Beto que podría ayudarte o de plano acompañarte en tu ignorancia para que fuera menos pesado cargar con ella.

Ese rostro jamás se te olvidó. Aunque claro que era segurísimo que estuviera en el turno de la mañana y en semestres más arriba. Así que tal vez, por ese semestre serían pocas las veces que la volverías a ver. De ahora en adelante, en tu clase de filosofía los jueves, la que tomabas frente a las canchas de basquetbol, te sentarías adelante.

Fueron pocas, muy pocas las ocasiones en las que volviste a coincidir con esos ojos pequeños y esa naríz grande. Seguiste así, feliz, regalando tus labios a Georgina y tus sueños a sus brazos, por algunos meses más.
Recordemos que Georgina se gradúo de la prepa primero que tu pues iba una generación más arriba, (lo más seguro en la misma que esa chica narizona que tanto te gustaba). Tu novia era una chica inteligente, sensible, con muchas cualidades ciertamente escondidas, rara a primera impresión, pero era la dueña de tu corazón. Todo un contraste.

Entró a la universidad, ya estabas tu en tu último año; era el primer mes del ciclo escolar. Ya iba a la escuela sin uniforme, y no la veías tan seguido, comenzaba a tener amigos nuevos y tu seguías en tu mundo, en tu música y echando desmadre con Beto.

Un buen día, la acompañaste a la universidad, a la escuela que un año después te abriría los brazos y en la cual pasarías tantas cosas. Su intención era saber si tendría su clase de dibujo de las 5 de la tarde y entregar un plano. Subieron al segundo piso de un edificio, todos los demás compañeros esperaban fuera del salón, todo apuntaba a que no habría clase. Georgina entró al salón y saludó a cierta gente. -Te espero aquí afuera- dijiste.

Y en eso, la viste. Llevaba una blusa azul a cuadros. Era aún más hermosa que con el uniforme que les hacía parecer mesero de salón de eventos. Y te pusiste nervioso. Debías saber cómo se llamaba y aprovechaste que Georgina estaba perdida dentro del salón...

-¡Hola!-Sonreiste. Trataste de que fuera natural.
-Hola.- Su saludo si que fué natural.

Y te ganó. Se veía tan afable y tan amigable. Nada mejor para ti que una persona sencilla y encantadora.

-Estabas en el Cbtis, ¿cierto?- No pudiste dejar pasar el articular palabra.
-Si- Te miró algo extrañada - ¿Tu tambien?
-Si, también.

En eso apareció Georgina, quien desde que salió del salón los miró y su mirada se volvió pesada. La gente comenzó a retirarse.

-Ya no vino. Y nosotros ya nos vamos- Te dijo, invitandote a caminar hacia el final del pasillo.
-Hasta luego- Te despediste de ella.
-¿La conoces?- Te preguntó tu novia.
-Si. Pero...bueno...hijoles, no recuerdo su nombre...¡valgame! ¿Como es que se llama?
-Marcela- Respondió Georgina. Y su boca se llenó de luz y pronunció el nombre que inesperadamente se te grabaría en las entrañas y en un corazón esperanzado. Y precisamente tu novia, fué la que comenzó con el sencillo y primer paso de que conocieras su nombre.

-Claro, Marcela. Así se llama.
-¿De dónde la conoces?
-Del Cbtis. No recuerdo bien cómo- Mentira -Creo que fué entre las clases de la maestra Talamás...- Inventaste no se que historia, suficientemente creíble. Y todo después de un tiempo, se olvidó.

Ahora, esa nariz con ojos pequeños, tenía nombre: Marcela.

21 de octubre de 2008

Sin ton, son ni nombre 10

Ese día recordabas calmado y meditabundo porqué fué que sucedieron las cosas, tratabas de explicar lo más positivamente que todo debió de ser así porque vendrían cosas mejores.

Es dificil explicar porqué alguien a quien amas (o crees amar a los 17 años) puede perder esa insignia y dejar de ser lo más importante. Es como si el amor se difuminara, como si se fuera apagando poco a poco.

Tratabas de darle explicación a eso que no sabes, que no conoces y que nunca conseguirás hacerlo. Esas mafufadas del destino a veces te convencen de que existen.

Estabas totalmente seguro de que eso era lo que querías. Ni sabías bien porque, probablemente no querías pasar toda tu vida con la primer persona que había sido tu novia 'en serio'y te era necesario conocer a más, o quizás te daba pánico el que pareciera que ya estaba sentenciada su boda y una larga vida juntos. Algo pasó. ¿Qué? No sabes. La querías, muchísimo, muchísimo...pero ya no era lo mismo, cómo explicarlo...imposible. Ya no se sentía igual. Ya la coincidencia no era tan prometedora. Necesitabas un descanso.

No lo entendió. Eso fue lo que pensaste, lo que para ti era la única respuesta. No lo entendió, no pudo afrontar que necesitabas algo diferente y no precisamente debía estar fuera de ello. Pero así tuvo que ser, así pasó.

Georgina ya no estaba contigo. Y en ocasiones parecía un alivio, otras la extrañabas como a nadie. Pero no te fué tan dificil como a ella. Sabes que le dolió y nisiquiera podías estar en la postura del consuelo.

Para todos eras el malo del cuento, el insensible que no supo decir adios de una manera mas suave, el que olvidaba pronto, al que no le importaba. Pero no tenías la intención de explicarle a esos que realmente si te importaba y que tu decisión había costado trabajo y que aunque sonara egoista era tu obligación ser feliz y si de eso dependía no estar con ella, ibas a tener que hacerlo. Tanto te importaba que a la fecha, ella ocupa un buen lugar y forma parte de esos mejores años de tu vida.

Tu decisión era firme. Así tenía que pasar.

Olvidarse de Georgina como mujer, era ahora un reto.

No se sentía como una desilusión amorosa, ahora estabas tu del otro lado. Eras tu quien decidía irse, quién terminaba y cortaba por lo sano, quien decía adios. Fue en ese momento cuando comenzaste a entender que el amor no se fuerza y que no es tan eterno, que es tan impredecible como el clima en primavera y que duele, que siempre duele aunque sea un poquito.

Georgina se desplomó, pero siempre hubo algo que no te hizo sentir compasión. Ella iba a estar bien, los dos lo iban a estar.

Se enredaron en malentendidos para los cuales no tenías ánimos de arreglar; eso de buscarle tres pies al gato y gastar energías para tu nuevo estado de búsqueda (de qué? quién sabe) no estaba en tus planes.

En esas noches solitarias y más si llovía sentías nostalgia, y te preguntabas si encontrarías a alguien más con al menos lo que más te gustaba de ella: que podías ser tú mismo.
Y de vez en cuando desdoblabas esas hojas de papel añejadas en una caja de cartón con olor a canela y leías esas cartas que escribió. Tenías tus favoritas, de las que aún recuerdas ciertas frases.
Y no te deshiciste de ellas, aún deben estar por ahi, arrumbadas en el clóset, en su caja de cartón con olor a canela.

20 de octubre de 2008

La hermana menor.

Siempre había vivido como la hermana menor. Eso representaba para muchos ser la 'consentida', pero nunca lo consideré así, creo que mis padres fueron sensatos consintiendome tanto a mi como a mi hermano, diferentemente pero a cada quien con lo suyo y por su parte y como pudieron. Era la única hija y compartí habitación con mi hermano por algunos años, aún yo durmiendo ya en mi cama y habiendo dejado la cuna.
Ser la hija menor se sentía bien, mi hermano me cuidaba, creía en él, aprendía de él, llevabamos una funcional relación de hermanos incluso cuando abusaba de él fastidiandolo o maltratandolo psicologicamente como cuando le enterré sus muñecos debajo del sicomoro de la casa para que ya no jugara con ellos, en señal de venganza, de rabia o de simples ganas por joderlo, ya ni sé.
Eramos nomás él y yo. Dos hijos, la pareja, con 4 años de diferencia, los reyes de la casa, los niños de Mary y Pepe...
A veces pensabamos en qué sería si mi madre hubiese tenido otro hijo y yo, me hubiera convertido en el sandwich y tuviera a mi cargo a un hermano. Jamás me lo pude imaginar con seguridad, no sé lo que se siente tener un hermano pequeño o compartir mis cosas con alguien más que no fuera José Angel.
Siempre quise tener un cuate, hombre, o un gemelo o gemela, alguien justamente de mi edad, pero tampoco pude llegar a decifrar qué se sentiría.

Hace unos días, en las pláticas ocasionales que tengo con mi madre, ya sin turbulencias, problemas o reclamos de por medio, se le salió decirme y me atrevo a decir que se le salió porque creo que si por ella hubiera sido, no me lo hubiera dicho en ese momento, no así o quizas ni me lo hubiera dicho; articuló las palabras como si fuesen cualquier cosa, como si me hubiera dicho algo que no tuviera trascendencia y no tuve ni la más remota idea de qué contestar, es más me vi obligada a reaccionar justo de la manera en la que ella había dicho las cosas, naturalmente y sin sorprenderme, aunque creo que mis ojos dijeron más de lo que pude decir con la lengua.
'...porque tu padre tiene otros hijos, ¿sabes?...hace tiempo, cuando yo era su novia o ya ni me acuerdo, hubo una...vieja fea. Tiene un hijo...'

Tengo entonces un medio hermano, comprobado, que mi madre sepa. Y me vinieron tan rapidamente como pestañear, las palabras que mi hermano me dijo en aquellos quinceaños de no se quién hace como un año, que hacían incapié en que yo no sabía nada, en que había muchas cosas de mi papá que yo no sabía y que lastimosamente él si.

Comprendí muchas más cosas. Que aunque mi padre sea mi padre, no va a dejar de ser un cabrón y que juzgué a mi madre, muchas, miles de veces injustamente, creyendo que el débil e indefenso era aquel que profanaba el piso de su casa con sus mentiras, sandeces y adulterios.

Tengo un hermano. Probablemente mayor que el que he tenido junto a mi toda mi vida, probablemente igual de cabrón o peor que mi padre, quizás sea un abogado, un mecanico de autos, o un tipo que ya se casó, tiene 3 chamacos y vive al paso, o un hombre que tenía a su papá de medio tiempo o que quizás ni lo tuvo.

No pregunté más. No me animé. Pero desde entonces no he dejado de pensar en eso, en cómo será, en qué hace, quién es... y en contener las ganas de preguntarle a mi padre si sabe de él, es más, nadie siquiera me aseguró que fuera un hombre.

De repente dejamos de ser José Angel y Alejandra, ahora somos 3 (o más). Creí que toda mi vida había tenido una familia normal, una vida normal y que eso de las dos familias, de medios hermanos, de padres divorciados, de hermanos pequeños o mayores, solo se veía en otras partes, con otras personas o en la tele. Y se siente raro, muy raro.

Como no soy de nuevo niña...para no darme cuenta de todo.

15 de octubre de 2008

Y...

Y sentirse como niña puberta, cuando las mariposas en la panza rebolotean mientras lo tocas, mientras te toca.

Y respirar y sentir que se te va el aliento y regresa cuando te sonríe.

Y ponerte roja como un tomate cuando te da un cumplido.

Y sentir su piel casi respirando de sus poros, empapandote de su escencia.

Y soñar un beso, un roce más cercano.

Y sentirte extraña, fuera de ti, con esas sensaciones añejadas guardadas en la memoria del tiempo.

Y castigarte cuando no lo ves y estresarte cuando esta contigo.

Y que te de coraje porque no es tuyo, porque no es el tiempo, como siempre...como ha venido sucediendo.

Y que sufras por tu mala suerte, sonrías porque él existe y lo quieras sin razón.

Y te ilusiones con sus palabras, con su manera de hablarte, de tocarte, de sonreírte.

Y te encojes de hombros y vuelve a empezar.

23

23. Ya tengo 23 años. Y de recordar el pasado 2 de octubre al que tuve hace 4 días me quedo con este. Pasé mi cumple desmañanada y en un autobús con más de 20 desconocidos, con un pingüino como pastel, con las rodillas adoloridas y haciendole piojito a Edgar.
Este fin de semana fué bueno y productivo, hice nuevos amigos y quiero más a uno que ya tenía.
Me dí cuenta de que no puedo ser del montón y de que todo está en que me la crea y de que me apoyen para irme para arriba.
Me desdoblé ante una sonrisa abierta, unos ojos redondos y grandes y una boca grande y expresiva, ante un semblante que con sombrero me quita el aliento.
Qué esperanzas que en Rarajípame las cosas fueran así. Este grupo tiene unidad y todos se cuidan entre sí, fuí muy bien recibida. No serán una compañía muy grande ni bailaran tan chingon, pero su corazón y entusiasmo lo supera.

El que 3 de los alternos hayan ido a verme fué un buen regalo de cumpleaños. Se me hizo que vieran en vivo lo que es mi vida, lo que me encanta hacer, de lo que vivo, desayuno, como y ceno, lo que me inspira, me hace feliz... Y aunque la polka no salió tan bien porque me la aprendí un día antes y me puse nerviosita, sé que estuvo bien. Gracias por sus aplausos

Casi se me trepan los ovarios a la garganta en las montañas rusas y juegos del 'sis flas' y nos comimos unas buenas tortas y tacos digestivos dentro de la universidad.

El domingo, la función estuvo mejor, el público siempre es un buen aliciente y por mejor que bailes, si el público no ayuda, no motiva. Se hizo uno con nosotros y se dió la fotografiadera que hasta estrella del grupo me llamaron 'uy si'.

¡Comimos tortas de tamal!

Sentimientos extraños.

'Esquisitas papas y esquites'

¡Maldición siempre tengo tan mala suerte!