17 de enero de 2010

Así no se puede trabajar.

De un tiempo para acá, el trabajo me tiene hasta la madre; mejor dicho la circunstancia laboral me tiene hasta la madre, porque mis quehaceres ahí dentro no son la gran cosa, aunque me atrevo a decir que sin mí esa pinche oficina se las ve negras.
Desde que entré a ahí solo he ganado estres, dolores de cabeza, corajes, bilis, perdida de peso, infecciones estomacales y esas cosas no chidas que te pasan cuando trabajas con gente bien imbécil.
La señora de crédito y cobranza es una aprehensiva, perfeccionista compulsiva. La clásica metiche que para todo tiene un comentario para chingar el alma, te humilla, te critica, te dice cómo hacer tu trabajo, pero eso sí, no acepta errores ni reclamos, mucho menos sugerencias de cómo puede mejorar el suyo, es tan cínica que se enoja si no le recuerdas qué es lo que tiene que hacer, ¡hágame el cabrón favor!...una cincuentona, madre soltera y amargada, esto bajita la mano.

La jefa administrativa es de esas 'chingame quedito', de las que se lleva pero no aguanta, una señora cuenta chiles que se toma todo en serio, con un sentido del humor áspero e impredecible. Sin hijos y que nomás anda viendo a quién fregarse, que no acepta que puedas tener un rato libre mientras ella tiene toneladas de trabajo, esas que en todo estan, pero al momento de que necesitas ayuda, parece que ni ve ni oye.

El ingeniero señor don gerente, es quien más pena me da. Es el traumado de chiquito, el que es puras apariencias, ese que todo lo sabe, que todo lo ha visto, que todo lo ha probado y que se cree muy chingón y que al final es un pelele mantenido e inútil que vive de inflarse el ego con sus piñaventuras pendejas. Conoce a todo mundo y sabe de todo. Se enorgullece de ser un pendejo con P mayúscula, de ser un cabrón bien hecho y de que lo hayan corrido de no se cuántas escuelas de jóven, de que su tío fuese el director del tec porque si no, ni la carrera hubiera terminado. Es de esos tipejos come cuando hay que ni escribir saben, que tienen el puesto que tienen porque, Dios santo a veces no te entiendo, han corrido con tanta suerte. No tiene liderazgo, no sabe dirigir, no sabe vender, no tiene visión, en resumidas cuentas: es un tremendo imbécil con todas sus letras.

El jefe de almacén es un viejo envidioso, huevón, amarra navajas y labioso. Que se la pasa trepado en el montacargas haciéndose pendejo según él trabaje y trabaje. No tiene iniciativa ni actitud de servicio, no le gusta que le digan que tiene que hacer su trabajo como se debe, que le eche ganas, que se deje de hacer pendejo y que le ponga al camello. El típico señor que le encanta llamar la atención haciendo ver los defectos de los demás, el pendejo 'caeme bien' con chistes sosos y fuera de lugar, no guarda cuidado de sus responsabilidades y se quita la barra tan cómodamente que nomás estropea el avance que hacen los demás.

La verdad es que los únicos rescatables son Marcelino, David (los vendedores) y Armando, Rubén y Javier, (choferes y aux de almacén) porque pues Miguel me da lo mismo. Marcelino y David siempre me han mostrado su paciencia, su apoyo y solidaridad, la verdad es que tenemos que trabajar en equipo. Pero siendo sincera, no estan mucho en la oficina y de los demás es la misma.

No, pues es que con gente como ésta, nomas no se puede trabajar. Y mejor ni le sigo, sino ahorita me tuerso.

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