17 de octubre de 2009

Ella se llama así...

Hay dias que me pasa. Unas veces por la mañana, otras hasta cuando voy a dormir. Extrañamente me da de repente o poquito a poquito, jamás es igual, unos días ya me levanto con ella y otros llega y me agarra la mano.

Hay quienes son amigos de ella y la quieren mucho, quienes la han invitado a comer y a pasar la noche, tanto que ahi se queda, otros la adoran y creen que la necesitan. A mi no, ella me cae gorda, es muy insoportable, ácida y sarcastica, egoísta, desconfiada, confianzuda y llevadita...cuenta malos chistes y no tiene mucho sentido del humor, es toda una fichita. Le encanta molestarme y muy seguido, por eso no la quiero; sin embargo hay veces que me es buena compañía, esas veces en las que con ella me estoy tranquila, nos echamos un tekila, se calla y me deja hablar, no sé si me escuche, pero parece que lo hace. Sigue cayendome gorda de todos modos, no es chidita.

La conocí cuando era jovencita, en la esquina del salón de 2do grado de secundaria, cuando todo me pareció tan grande y yo tan chiquita, cuando aún habiendo muchos, nada más ella estaba ahí, cuando no importara qué hiciese o cómo lo hiciese, todos se iban y ella se quedaba. Creo que hasta me acostumbré y un día le saqué plática, ese día me dí cuenta de que estaba peor que yo, que ser su amiga no ayudaba...y lloré, lloré mucho. Ella seguía insistiendo, pero me aferré, algo me decía que amanecería pronto y que todos regresarían.

Se despidió de mi un día, pero prometió volver, al cabo de 4 años la muy muy regresó, cumplió su palabra y a veces en las noches de frío, de lluvia o de mucho sol me toca el cristal de la ventana y saluda con sus ojos grandes y negros, con su sonrisa chueca y pícara. Le doy la espalda, pero cuando me toca el hombro me deshace.

Cuando el claustro de mi casa, cuando la gente pinche y gacha, cuando el estres del trabajo, cuando me rompen el corazón, cuando se llora, cuando me desespero...cuando paso un sábado frente a la computadora, viene y se duerme conmigo; me hace sentir cositas entre el pecho y el ombligo y exprime una lagrimita por mis ojos. Me acaricia el pelo y a veces me abraza, otras me pellizca o me mete el pie. Se ríe de mi o llora conmigo. Es bien mala, porque lo hace a sabiendas de que me hará mal, haga lo que haga.

Esa soledad es bien pinche, ustedes saben. Vengan, se las presento, si quieren llévensela a dar una vuelta, invitenla a tomarse una caguama, a comer tacos o a escuchar a bob marley, qué se yo; yo no la quiero, hoy no.

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