19 de junio de 2009

Hoy, justo hace unos pocos instantes, sentí como rayo, de chispazo, las ganas de que alguien me diga: Te quiero.

Pero no ese te quiero tan común y tan corriente que sale de vanales bocas, de sumisas mentes, de comunes sentimientos por inercia, por costumbre... Sentí una curiosa necesidad por que alguien me dijera esas dos palabras, desde adentro, desde más allá de lo que siente la piel, de lo que piensa la mente, de lo que se cree. ¡Qué se yo! Quiero que alguien me lo diga justo como realmente significa decirlo, porque lo sientes y porque así es, de verdad.

Y es que ya ni siquiera recuerdo la última vez que lo escuché. Hace muchísimo tiempo, eso si lo sé.

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