28 de mayo de 2009

De cuando eramos niños...

Cuando era niña confiaba y creía que cuando crecieramos las cosas a las que llamamos niñerías desaparecerían, precisamente porque dejaríamos de ser niños. Estaba segura que con el paso del tiempo, cuando 'maduraramos' no sólo físicamente sino mental y emocionalmente [sueño jarocho] y esas cosas por las cuales uno se sentía mal, los altercados, malentendidos, sacalenguas, pucheros, envidias, caprichos, lloriqueos, berrinches, los 'ya no eres mi mejor amigo', las competencias por el lider del grupo y por quién podía meterse a la boca más chicles o comerse un grillo sería el mero mero, los egoísmos, los 'no, porque es mío', el 'me vió feo', las burlas, las sañas, etc etc se irían al demonio y seríamos todos unos jóvenes y adultos como debe de ser.

Desgraciadamente, todas estas niñerías, parecen ser todavia más comunes, grandes y poderosas que cuando eras niño. Se multiplican a la X potencia y son menos soportables porque ahora no se olvidan o se arreglan con pedir perdón, con un beso de tu mamá, con un buen dulce, con una tarde de juegos o a la siguiente semana cuando lo habías olvidado todo...ahora hieren. Y es que ahora de hombres maduros y concientes parece que lo hacemos con esa intención, ya no solo como un efecto emocional o porque simplemente se nos daba en la naturaleza de chamacos. Ahora lo que queremos es chingar.

Ahora, cuando crecemos y se supone hemos madurado, parece que esas niñerías crecen junto con los pelos en las axilas y en el pubis, con los músculos y los senos, se ensanchan como las caderas y se engruesan como la voz, inclusive hasta polulan en cierta gente que cree es más chidita nomas porque tiene las bubies casi en la garganta o porque es todo un cuasi galán.

No entiendo, en realidad creí que esas cosas se iban a terminar, tenía fe en ello. Quizás sea porque cuando eramos niños las cosas importaban en el momento y teniamos más sana el alma, ahora nos llenamos de rencor y de miles de sentimientos impuros que nada mas logran que nos amarguemos, que nos alejemos de la gente y que seamos peor que cuando niños.

Cuánta gente no conozco que se enoja, que envidia, que hace todo lo posible por joder a la demás gente nada más porque le cae 'gorda' o porque le sacó la lengua y la miró feo, porque no es como quisiera que fuera o porque dijo algo que aún sin la intención, se lo ha tomado personal.
Esa gente, más que niños son pobres, pobres de razonamiento, carentes de capacidad de vivir en armonía.

Tienen dos tareas: dejar de hacer pucheros e irse a chingar a su madre. Si al final y despues de esto, aún les quedan ganas de sonreír, es un buen plus.

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