Ahora que ya soy miembro de la comunidad laboral mexicana y que aún no extraño la escuela como sé lo voy a hacer, me he dado cuenta de muchas cosas:
1. Los idiotas siempre van a existir. Y más pesan si son tus jefes.
2. De algo sirvió que me hicieran ir de 'vestir' a las exposiciones chafas de la escuela. Ahora tengo que vertirme así todos los días. Sirve y de mucho. Aunque sigo con corazón hippi y alma de ingeniera.
3. Los hombres son unos cabrones. Y no se les quita ni con el matrinomio, los años, los hijos, los escarmientos y las metidas de pata. ¡Malditos cínicos!
4. Entre más dinero tienes, más gastas y por lo tanto, más necesitas.
5. No hay oficina sin café.
6. México, su burocracia, sus instituciones, sus sistemas, su jerarquía, su trabajo, su desarrollo y crecimiento...jamás cambiarán o se darán, si no dejan de estar en los altos mandos gente incompetente, webona, vale madre, oportunista, deshonesta, que no comienza desde abajo, arrogante, patán, culera, inhumana, sin escrúpulos, mañosa, avariciosa, que hace las cosas al 'ahi se va' y 'pa' luego'.
7. Estar sentado por mucho tiempo, te hace la panza y te quita las nalgas.
8. Siempre es bueno tener contactos.
9. Si aprendiste a lidiar con los pendejos e inútiles en la escuela, tendrás que lidiar todavía más con ellos en el trabajo.
10. Ya no es lo mismo ir al trabajo desvelado y crudo, que cuando lo hacías en la universidad. Extrañamente, aunque te sigas levantando a la misma hora y haciendo cosas el mismo tiempo, ya no aguantas.
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