5 de enero de 2008

La teoria de la boca pequeña.

¡Ay nos la estabamos pasando tan bien! Hasta que tuviste que hacer lo que hiciste. Si bien, también fué mi pinche culpa por no haberte sorrajado un manazo o quitarme con la suficiente fuerza aunque hayas quedado en ridiculo con tus amigos o me mandaras al averno despues de ahi, no me agradó tanto como para que se repita.

Hasta ayer, encontré la primera excepción a esa teoría que insulsamente mi amiga y yo hicimos en la prepa: 'Los hombres de boca pequeña besan bien, sino es que muy bien'. Mensamente infundada quizás, en que los que tienen boca pequeña no te llenan tanto de baba, te lastiman con los dientes o parece que más bien tratan de devorarte cual víbora a un ratón.

Tu boquita es exquisita. Bonita. Delineada y pequeña. Pero tus besos no lo suficientemente buenos.

Todo estaba bien, tus amigos me habían llegado a caer poca madre. No me había importado en exceso que no pudieras dar bien un que otro paso. Lucías interesante como para volver a salir contigo. Hasta que pasó. No sé como hiciste, que me tomaste por sorpresa y no pude esquivarte o ya en el momento hacerte a un lado. Cuando tus labios apenas iban a tocar los mios, tenias tu lengua fuera y la boca tan abierta, que en vez de sentir un beso, sentí que me succionabas, tu saliba llenaba una 3era parte de mi cara y tus dientes rasgaban mi labio inferior. ¡Malo, muy malo!
Intenté disfrutar después el segundo. ¡Digo a quién le dan pan que llore! Quizás podría decirte cómo es que me gusta que me besen. Te lo dije. Y fué en vano. Lo demás fué mera inercia.

¡Lástima!

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