11 de octubre de 2009

Las primas...

Eramos tres, de la misma edad. El trío nació en el año de 1985, la primera en marzo, la segunda en mayo y yo al final, en octubre. Decían que nos pareciamos entre otras cosas por ser flacas y tener el cabello largo largo, por debajo de la cintura. La verdad es que muchas similitudes no había, si nos poníamos a ser observadores, más que aquellas obvias coincidencias. Si acaso nuestras madres, hermanas, se pusieron de acuerdo en que las niñas tendrían el cabello lo más largo posible para ver cuál de ellas lo tenía mas sedosito y bonito. Eramos totalmente distintas.

Lupita, o Claudia como le gusta que le digan ahora, siempre fué la más callada. Era la típica niña disciplinada, que acudía a clases de gimnacia desde muy pequeña y podía hacer un split sin ningún problema, la que tenía la mejor ropa, a la que le compraban los juguetes de moda; ella siempre observaba y callaba, quieta y muy inteligente, era la niña consentida y el gran orgullo de mamá, la ñoña en la escuela, la recatada, la mustia, la super en todo.

Paola era el diablo. Una niña traviesa, contestona, berrinchuda, peleonera, vivaz, precoz, se la pinteó múltiples ocasiones de la escuela y hasta se sonó a un chamaco a la salida. Deportista, inteligente, competitiva, todo un remolino. La primera en desarrollarse, la primera en casarse y tener hijos, la que no terminó la escuela...

Me pongo a recordar esos tiempos en los que eramos niñas, cuando jugar a las muñecas o dormirnos tarde solo diciendo tonterías era divertidísimo, cuando dormir en casa de Paola un fin de semana era como ir de escursión y las piñatas de Lupita todo un lujo: pastel gigante, comida al por mayor y muchos, muchos dulces.

Creí que crecer sería mejor, que el estar juntas desde que nacimos seguiría hasta que fuesemos adultas, pero no fué así. Pensé que seguiríamos siendo esas tres chamacas que confabulaban travesuras, que reñían por usar la muñeca mas bonita y esas cosas. Todavía me acuerdo ver a mis primas dando vueltas de carro por las 3 canchas de basquetbol que estaban cruzando la avenida principal, cómo es que ellas podían y yo no, cuando ibamos al 'cerro' a buscar mugreros para jugar...sabrá Dios porqué la gente iba y tiraba sus tiliches ahí; cuando jugabamos a la escuelita, cuando me cortaron mi largo cabello desde debajo de las pompis hasta los hombros y Paola me acompañó al estilista, cuando fuimos a los filtros y no pude dormir con ellas porque me mandaron a la cama con mi bisabuela, cuando las tres nos llenamos de liendres por andar jugando con Blanca, la niña del trochil en el arroyo, cuando descubrimos unos cigarros faros tirados en la arena debajo del trailer estacionado fuera de la casa de Lupita y según nosotras, nos los fumamos, cuando nos bañabamos juntas, cuando jugabamos debajo de la cama, en el árbol del rancho....

Cuando Paola tenía 12 años entró al pentatlón y conoció a César, un tipo 9 años mayor que ella, feo como la chingada porque la verdad no sé qué demonios fué lo que le vió porque ni buena onda es; fueron novios por años, y cuando cumplió los 16, se casaron. Tienen 2 bellísimas hijas, ahora Paola pesa más de los 80 kgs y fuí testigo de cómo se le fué la vida, por errores de sus padres, por sus ganas de comerse al mundo de un bocado y por querer correr antes de comenzar a caminar. Sufrí, perdí a una excelente amiga...mientras yo dejaba de jugar a las muñecas, comenzaba mi adolescencia y crecía, ella ya era mamá, cuando apenas comezaba a tener mi noviesin que conocían en mi casa, ella ya compartía su recamara con un tipo de 25 años que no la dejó ni siquiera seguir estudiando.

Lupe se privó, o la privaron, de muchas cosas, no se bien si porque se amargó, la amargaron o decidió simplemente hacerle caso a su madre peor de amargada, sola y menopáusica para no tener más problemas. Me la topé cuando entramos a la prepa, ella entró a estudiar electrónica y yo computación, estabamos en el mismo turno. Ahora todos la llamaban Claudia y por solidaridad le llamé también así...no vaya siendo y le dijera Lupita frente a sus compañeros. Siempre tuvo lo que quiso, hablando de cosas materiales, siguió siendo una matadita en la escuela, la nerd guapetona pero aburrida. Se hizo novia de un conocido mio de la primaria, Arturo, conocido por ellos como Rafael, no les digo. Tenía esperanza en ella entonces, pero no, se desplomó cuando ni con novio, ni con carro ni con nada, esa mujer trataba de divertirse. Se volvió aburrida. Cuando salimos de la prepa, las dos entramos al Tecnológico y fué lo mismo, se dedicó al estudio, a su casa y a su novio. Mi tía seguía presumiendo los logros y la infinidad de 100's que ella sacaba en los exámenes, pero jamás escuché que Lupe saliera de viaje, jamás la vi ni siquiera en el cine, en una novatada o fiesta del estudiante del Tec, en una fiesta, en un bar o en un café. Jamás coincidí con ella, no se involucraba en actividades extra...definitivamente lo contrario a la pirinola en la que me convertí.

De niña, yo era la rarita, la sensible, la que no le tomaba sentido a las cosas, la patarata a la que no le gustaban muchas cosas, no era buena como Paola para tratar a los niños pequeños ni para involucrarme en actividades de los grandes, no era la hija modelo como Lupe, no era deportista ni mucho menos. Supongo que mis padres sabían lo que tenían en casa y el presumir lo poco o mucho que su hija tenía de bueno, de nada servía. Fuimos creciendo y seguí siendo la rara, todos le apostaban a Paola por su gran fuerza y viveza, a Lupe acaso por lo genial que la hacían lucir en todo...yo era Alejandra y ya. Al menos eso es lo que yo creía, lo que me hacían ver.

Perfectamente recuerdo cuando le dije a mi hermano, que solo necesitaba tiempo, tiempo para demostrar que no era ninguna rara, que sólo era diferente y que no me entendían, que solo bastaba con que dejaran que pasara el tiempo para que creciera y se dieran cuenta de todo lo que yo era capaz de hacer, y así fué. De las tres soy la que más normal parece. Y aunque se que no debo ni hay porqué compararse, a muchos de los tíos les callé la boca. Una boda prematura en Paola y lo poco relevante en Lupe cambiaron las cosas.
Crecí como tenía que crecer y al tiempo en que tuve que hacerlo, tuve lo que tenía que tener e hice las cosas que tenía que hacer cuando las tuve que hacer y tener.

No me jacto de que no he tenido errores, de que no eché a perder mi vida o de que la he invertido de mejor manera, pero creo que al final el pez por su boca muere y de algo estoy segura, que lo que dije aquel dia frente a mi hermano fué una total verdad.

Las extraño y hubiera querido que Paola y Lupe crecieran a la par conmigo y yo con ellas. Que siguiesemos siendo el trio de las primas, que fuesemos amigas, que salieramos juntas, que compartieramos amigos, que viajaramos, que siguieramos quedándonos a domir en casa de la tía...qué se yo.

De la niña ñanga, que por todo lloraba, que mal comía, sensible, fea, pobretona, gritona, mala para los deportes y que nunca pudo darse una vuelta de carro resultó lo que ahora soy y la verdad, creo que...estoy mejor que ellas.

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