De repente, me di cuenta que me dan ganas de escribir cuando me siento triste, irritada, enferma...simplemente mal o cuando recuerdo cosas que me hacen sentirme nostalgica y melancolica, no entonces estados en los que se esta muy contento o de fregados neutral.
¡Pues que pinche gacho! - Dije.
Hoy decidí mentarme la madre y caerme tan gorda que no quiera ni verme, a ver si consigo deshacerme de lo que no me hace falta.
Y de lo que me quiero deshacer no es de mis defectos, que quede claro, si son ellos mismos los que le dan sazón a este caldo delicioso con sabor a mi, sino de aquello que hizo que yo dejara de ser quien soy, porque se que no he dejado atrás a la que todos describían como feliz y que siempre tenia una sonrisa en la cara a pesar de los miles de defectos que tengo.
Con ellos he aprendido a lidear y hasta a esconderlos un poco [¿Un poco?- diría mi hermano- Si son lo primero que te notan]. Me quiero deshacer de esa persona en la que me convertí, cuando caí en depresión hace 4 años para poder ser de nuevo yo, sin fantasmas del pasado, sin amarguras, sin culpas.
La ventaja que tengo es que ya me di cuenta de que algo malo pasa, de que necesito ayuda y de que no me hace bien la manera en la que veo las cosas y en la que reacciono ante ciertas situaciones.
Y podrán decir misa sobre que cuando uno cambia, ya no será el mismo. No hablo de eso, hablo de rescatar mi escencia, de hacer florecer de nuevo mi verdadera personalidad, y de dejar todo aquello bueno que aprendi y lo que me hizo ser mejor en algo y aventar al carajo esto que me hace daño.
Nadie mejor que yo entiende, en este momento.
Quiero aborrecerme, hartarme y mandarme a la chingada...ayudarme a salir a flote, a esa Alejandra que se quedó guardada hace 4 años y que tanto me hace falta.
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