20 de octubre de 2008

La hermana menor.

Siempre había vivido como la hermana menor. Eso representaba para muchos ser la 'consentida', pero nunca lo consideré así, creo que mis padres fueron sensatos consintiendome tanto a mi como a mi hermano, diferentemente pero a cada quien con lo suyo y por su parte y como pudieron. Era la única hija y compartí habitación con mi hermano por algunos años, aún yo durmiendo ya en mi cama y habiendo dejado la cuna.
Ser la hija menor se sentía bien, mi hermano me cuidaba, creía en él, aprendía de él, llevabamos una funcional relación de hermanos incluso cuando abusaba de él fastidiandolo o maltratandolo psicologicamente como cuando le enterré sus muñecos debajo del sicomoro de la casa para que ya no jugara con ellos, en señal de venganza, de rabia o de simples ganas por joderlo, ya ni sé.
Eramos nomás él y yo. Dos hijos, la pareja, con 4 años de diferencia, los reyes de la casa, los niños de Mary y Pepe...
A veces pensabamos en qué sería si mi madre hubiese tenido otro hijo y yo, me hubiera convertido en el sandwich y tuviera a mi cargo a un hermano. Jamás me lo pude imaginar con seguridad, no sé lo que se siente tener un hermano pequeño o compartir mis cosas con alguien más que no fuera José Angel.
Siempre quise tener un cuate, hombre, o un gemelo o gemela, alguien justamente de mi edad, pero tampoco pude llegar a decifrar qué se sentiría.

Hace unos días, en las pláticas ocasionales que tengo con mi madre, ya sin turbulencias, problemas o reclamos de por medio, se le salió decirme y me atrevo a decir que se le salió porque creo que si por ella hubiera sido, no me lo hubiera dicho en ese momento, no así o quizas ni me lo hubiera dicho; articuló las palabras como si fuesen cualquier cosa, como si me hubiera dicho algo que no tuviera trascendencia y no tuve ni la más remota idea de qué contestar, es más me vi obligada a reaccionar justo de la manera en la que ella había dicho las cosas, naturalmente y sin sorprenderme, aunque creo que mis ojos dijeron más de lo que pude decir con la lengua.
'...porque tu padre tiene otros hijos, ¿sabes?...hace tiempo, cuando yo era su novia o ya ni me acuerdo, hubo una...vieja fea. Tiene un hijo...'

Tengo entonces un medio hermano, comprobado, que mi madre sepa. Y me vinieron tan rapidamente como pestañear, las palabras que mi hermano me dijo en aquellos quinceaños de no se quién hace como un año, que hacían incapié en que yo no sabía nada, en que había muchas cosas de mi papá que yo no sabía y que lastimosamente él si.

Comprendí muchas más cosas. Que aunque mi padre sea mi padre, no va a dejar de ser un cabrón y que juzgué a mi madre, muchas, miles de veces injustamente, creyendo que el débil e indefenso era aquel que profanaba el piso de su casa con sus mentiras, sandeces y adulterios.

Tengo un hermano. Probablemente mayor que el que he tenido junto a mi toda mi vida, probablemente igual de cabrón o peor que mi padre, quizás sea un abogado, un mecanico de autos, o un tipo que ya se casó, tiene 3 chamacos y vive al paso, o un hombre que tenía a su papá de medio tiempo o que quizás ni lo tuvo.

No pregunté más. No me animé. Pero desde entonces no he dejado de pensar en eso, en cómo será, en qué hace, quién es... y en contener las ganas de preguntarle a mi padre si sabe de él, es más, nadie siquiera me aseguró que fuera un hombre.

De repente dejamos de ser José Angel y Alejandra, ahora somos 3 (o más). Creí que toda mi vida había tenido una familia normal, una vida normal y que eso de las dos familias, de medios hermanos, de padres divorciados, de hermanos pequeños o mayores, solo se veía en otras partes, con otras personas o en la tele. Y se siente raro, muy raro.

Como no soy de nuevo niña...para no darme cuenta de todo.

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