14 de mayo de 2008

Sin ton, son ni nombre 7

Hacía mucho, mucho tiempo que no te sentías así, que no te brillaban los ojos y suspirabas como tonto por alguien. Desde hacía tiempo que alguien no te hacía latir el corazón, que te gustase tanto como para que solo quisieses contacto. Pero siempre fuiste un idiota para eso del amor, del cortejo, del guiño guiño y el flirteo. Jamás dabas pie con bola. Y las mujeres como que nunca te ayudaban. Eras demasiado romántico o demasiado frío o simple y sencillamente no sabías como interpretar esas señales ocultas, camuflajeadas e indirectas que ellas daban.
Pero ahora, estabas decidido. Te habías cansado de tener que pensarle demaciado, de tener que ser sumamente cauto y no dejarte llevar por lo que sentías. Te habías dispuesto entonces, a conquistarla, a llegar a Adriana de algún modo. Ella ya sabía que existias, ahora era tu parte el que quisiese estar contigo y debías poner en marcha algo.

Y seguías con tu cara de pendejo y la veías a lo lejos, entre los muros redondos del pasillo, siempre, en el mismo rincón, sentada en la pequeña barda en la intercección del pasillo principal y el de los edificios gemelos acompañada de sus amigas y en ocasiones sola, pero no eras capaz de llegar y sentarte a su lado. Su cara irradeaba algo que te enlelaba, sus ojos tan grandes y su sonrisa tan gigante te llenaba, te distraias en ella completa.
Bertha tu conocida, no parecía serte muy útil para la conquista, no tenías mucho de donde tomar. Entonces tu solito tendrías que poner manos a la obra y sin saber por donde tomar rumbo, te desesperaba. Comías ansías para comenzar a dar pasos.

Un día, te topaste con carlos, sabrá dios a donde es que iban, pero te habias paseado por allá por el último estacionamiento de la escuela y habías visto el auto de ella, que jamás supiste qué modelo era, [es más tampoco te interesaba, eras uno de esos chicos raros a los que los autos no le eran lo mejor en lo que podría invertir su tiempo, ni mucho menos le emocionaba hablar de ellos como a la mayoria], solo que era una camioneta nissan color crema, tan peculiar como ella, donde desde hacia algunas semanas habías cantado 'Nowergian wood' en su oído y le habías tomado de la mano.

-Espera. Ahi esta. Tengo que hacer algo. ¿Pero qué?
-Déjale una nota.- comentario justo y atinado de tu amigo.

Duraste mas de 15 minutos decidiendo qué poner y otros 5 minutos mas escribiendolo unas 4 veces porque la letra no te gustaba. Al final la nota resultó ser una hoja mal cortada de tu cuaderno, doblada a la mitad con no tu mejor letra, que para muchos se veía más que improvisada que decía: "¡Hola! Que tengas buen día. Esteban." con una cara feliz bien chueca al lado. La pegaste justo en el cristal frontal de su camioneta.
Y te fuiste... con la mayor expectativa posible, pensando y pensando si fué lo mejor, lo adecuado... Y Carlos nomas se reía de ti.

Pasaron los días y en uno de esos tantos, te la topaste. Ya ni te acuerdas como fué, qué le dijiste o porque es que se hablaron, por supuesto sin considerar el clásico saludo obligatorio. Siempre caminaba con la mirada hacia abajo como buscando grietas en el piso o mirando sus zapatos, siguiendo su sombra. Caminabas tu en cambio, de frente justo para interceptarla y que cuando sintiera tu precencia levantara su cabeza y te viera con esos ojos grandes y su cara blanca. Era hermosa y temblabas. Y mientras los dos coincidian en su camino se escuchó:

-¿Fuiste tu el del recadito?- Y sonrío. Siguió caminando.
-Si- Te pusiste rojo.
-Ahi lo tengo todavía. Gracias...
-De nada.

Y se alejó. Solo pudiste sonreír, sin mas ni mas. Y comenzaste como siempre a cabilar, a pensar en tanta cosa, vaya Esteban, siempre has sido bueno para construir tremendos castillos en el aire. Y corriste a decirle a ese tipo con el cual desde hacia un año atras parecía entenderte un poco, ese en quien te habias refugiado en las horas de escuela, con el que te sentias menos solo y poco mas encajado en tu carrera: Paco. Y comenzaron juntos a preguntarse y a resolver el porqué conservaba despues de días, ya casi dos semanas un papel tonto y feo.

-Creo que si le gustas.
-Dios te oiga...- Mirabas al cielo, mal sentado en tu butaca.
-Qué caso tiene. Las mujeres guardan ese tipo de cosas, pero venga, sabemos que tu nota no era tan significativa. Quizás diga que aún lo tiene porque cuando lo vió, lo leyó y lo aventó al asiento trasero y aún sigue ahi.
-Tal vez.Pero se acordó y lo relacionó conmigo.- No dejabas de tener fe.
-Quizás eras un Esteban mas en la lista y los demas a quien habia preguntado ya le habian dicho que no. No lo sé... Pero creo que le gustas.- Dijo esto último tratando de reparar lo demás como si fuese un premio de consolación.

Despues de tan extrañas, pero sensatas (a tu parecer) explicaciones que Paco te dijo, solo estabas bien convencido de que había sido un buen comienzo.

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