2 de marzo de 2008

Sin ton, son ni nombre 5

Te sentiste tan extraño, tan inesperado fuè eso que pasó que no encontrabas explicación, ni siquiera pensaste en cómo reaccionar o en qué momento hacerlo, simplemente fué algo tan natural y humano que fuiste sucumbido por el sentimiento.

Ya había pasado cierto tiempo desde aquella ocasión en la que Clara había develado un secreto que solo eera ntre tu mejor amigo y tu.
Habías querido digerirlo y no tratar de analizarlo, únicamente aceptarlo y saber qué sería desde ese entoces. Cuando lo volviste a ver, se te hizo un nudo en la garganta y ya no lo viste como Carlos, el tipo con el que desde los 11 años era tu mejor amigo. Ahora lo viste como un desconocido, uno al cual querias conocer, uno al que le tenías cierto recelo y hasta desconfianza.
Admitiste haberte sentido algo ofendido por el hecho de que no te lo dijera, se suponia que se decían aquello importante, pero vaya...te fué natural el asombro.
Él solo te miró y te saludó. Sabrá si ya sabía que te habías enterado. Trataste de portarte como siempre, pero te fué algo incomodo.

No sabías si preguntar, decirle algo o propiciar que te lo dijera. Al final te quedaste callado.

Y volvieron a pasar los días. Y seguiste distante y siguió reservado. Ya lo sabías y comenzabas a hacerte a la idea. Total...no te habías dado cuenta porque siempre lo viste como Carlos, sin más ni menos, él era él, aunque 'machacara nueces con los codos' y te preocupaba ahora si en verdad estaba bien.

Te costó trabajo llegar a esa conclusión, te costó trabajo alejar tu propio ego y el pensar el qué dirán, y aceptar que sea como sea él es tu amigo.

Le diste a entender sin decir palabra, que no pasaba nada. Que estaba bien.
Y un buen día, acudió a ti. Se veía cansado, desesperado...triste.

Y comenzó a hablar. No pudiste decir palabra. Solo lo escuchaste y te parecía tan extraño escuchar a tu mejor amigo hablar de sus males de amores con otro tipo, de los problemas en su casa, de los malos entendidos con su madre, de lo dificil que eran las cosas, de lo mucho que te necesitaba y de lo importante que eras para él. Jamás cuestionaste. Y lo viste llorar. Y se te desgarró el alma y se te cerró la mente.

-Aquí estoy- dijiste -Puedes confiar en mi y pedirme aquello que necesites-
Te olvidaste. Ver a Carlos estallar aquello que quiso y no pudo decirte hace tiempo te amarró las manos y cerró tu boca.

Ya no sería lo mismo. Ya no hablarías de chichis y traseros ni morbosearías a las mujeres a su lado. Ya no podrías hablar de chaquetas ni mucho menos insinuar hacerse una. Hacer cosas de 'hombres' ya no parecía justo y tampoco muy cómodo. Pero él y tu seguirían siendo compas. Al menos eso parecía.

...

No hay comentarios.: