27 de febrero de 2008

Me encantan las copas de nada.

Hoy me divertí. En mi pantallita tan bonita de mi lapsita apareció una ventanita de un tal -ponga aqui el nick que le guste y mande- diciéndome ¡Hola!. Comencé a 'chatiar' con él y tenia una flojera como para relacionarme con la personita al otro lado de la pantalla, de ésta nació el fingir, el trabajar en decir todo aquello que comunmente no digo, como el que no estudio ni trabajo, pero hago hartas cosas, que me gusta salir con mis amigas y tomar piñas coladas y copas sabor amaretto en la gitana y que vivo en San Felipe. Fué tan fácil. Hacerme pasar por una niña weca, poco interesante y toda tonta no me fué nada complicado. Es más creo que llamé más la atención de este sujeto que diciéndole que leo, viajo, bailo y que trabajo, que ya estoy por graduarme y que tengo metas en la vida.

Que ironía. Y que insípido sería ser así. Aunque me quite 'popularidad', hombres, cosas fáciles y fines de semana cargados de noches de antro y copitas dulces. ¡chin! sería yo tan feliz. [¡Qué demonios!]

Y mientras mas pendejita me portaba este chamaco mas trataba de coquetearme y de decir cosas que supuestamente a las niñas les interesa y gusta. ¿Acaso seré yo toda una anomalía de mujer? No creo, más bien diferente, y qué diferencia.

Fué divertido. El tipo es justo para una de ellas.

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