27 de octubre de 2008

Sin ton, son ni nombre 11

Marcela. I've just seen a face

Fué por los años de la prepa, cuando más feliz te has sentido, cuando más las cosas tomaban rumbo y parecían estar justo en su lugar, cuando la viste por primera vez.
Aún eras novio de Georgina, estabas en 4to semestre y te codeabas con tu inseparable amigo Beto.

La prepa han sido los mejores años de tu vida. Todo era simple y tenías justo lo que tenías, al menos asi lo recuerdas: amigos, una novia con todo eso que necesitabas que tuviera, la familia, la escuela viento en popa, actividades, tu música y una sonrisa en la cara.

Ese día tenías la clase de filosofía con la peculiar profesora Talamás, acostumbrabas sentarte casi al fondo, a un lado de Beto, a pesar de que la clase era entretenida nunca faltaban los juegos, las risas y esas cosas.

Siempre has sabido que las cosas nunca pasan solo porque sí, que no son casualidades, pues ese día, llegaste tarde. Siempre pasan así las cosas. Todo tiene una razón de ser. Ya no había butacas disponibles y tuviste que sentarte hasta al frente, en la segunda columna, justo de donde podías ver el patio, los bebederos y las canchas de basquetbol que se encontraban frente al salón.
Beto solo te miró con cara de 'ni modo wey, no pude hacer nada'. Tuviste que conformarte con apoyar los pies en esa clase de 'templete' construido para que el profesor se vea en todos los ángulos del salón.

Y volteaste...era inevitable hacerlo, había algunos estudiantes fuera, aún platicando, jugando y haciendo cierto ruido, de seguro tenían su hora libre. Justo por el marco de la puerta se veía ella. Te encantó. Era alta, morena clara, de ojos pequeños y una nariz grande pero que hacía un juego perfecto en su rostro, su boca pequeña y un lunar por arriba del labio superior. Fué de aquellas personas que llaman tu atención, que impactan a la vista, que no puedes explicar porqué, solo sabes que asi es. Y te quedaste toda la clase mirandola, volteando hacia el frente solo para despistar y por inercia. Te habías embobado. ¡Qué guapa! solo podías decir. Y ese día jamás lo olvidarás y puedes aún sentir cómo suspirabas y cómo se veía su rostro.

La clase fué de esa tremenda confusión (en ese entonces) que hay entre el 'ende' y el 'ente'. Tu maestra trató y trató de explicarlo de cuantas maneras se le ocurrió para que a ti y a tus compañeros incluso hasta al mas lelo le quedara clara la diferencia. Y ya no pudiste saber qué habia pasado con Anaxímenes y Anaximandro, pero te valió madre, ahí estaría Beto que podría ayudarte o de plano acompañarte en tu ignorancia para que fuera menos pesado cargar con ella.

Ese rostro jamás se te olvidó. Aunque claro que era segurísimo que estuviera en el turno de la mañana y en semestres más arriba. Así que tal vez, por ese semestre serían pocas las veces que la volverías a ver. De ahora en adelante, en tu clase de filosofía los jueves, la que tomabas frente a las canchas de basquetbol, te sentarías adelante.

Fueron pocas, muy pocas las ocasiones en las que volviste a coincidir con esos ojos pequeños y esa naríz grande. Seguiste así, feliz, regalando tus labios a Georgina y tus sueños a sus brazos, por algunos meses más.
Recordemos que Georgina se gradúo de la prepa primero que tu pues iba una generación más arriba, (lo más seguro en la misma que esa chica narizona que tanto te gustaba). Tu novia era una chica inteligente, sensible, con muchas cualidades ciertamente escondidas, rara a primera impresión, pero era la dueña de tu corazón. Todo un contraste.

Entró a la universidad, ya estabas tu en tu último año; era el primer mes del ciclo escolar. Ya iba a la escuela sin uniforme, y no la veías tan seguido, comenzaba a tener amigos nuevos y tu seguías en tu mundo, en tu música y echando desmadre con Beto.

Un buen día, la acompañaste a la universidad, a la escuela que un año después te abriría los brazos y en la cual pasarías tantas cosas. Su intención era saber si tendría su clase de dibujo de las 5 de la tarde y entregar un plano. Subieron al segundo piso de un edificio, todos los demás compañeros esperaban fuera del salón, todo apuntaba a que no habría clase. Georgina entró al salón y saludó a cierta gente. -Te espero aquí afuera- dijiste.

Y en eso, la viste. Llevaba una blusa azul a cuadros. Era aún más hermosa que con el uniforme que les hacía parecer mesero de salón de eventos. Y te pusiste nervioso. Debías saber cómo se llamaba y aprovechaste que Georgina estaba perdida dentro del salón...

-¡Hola!-Sonreiste. Trataste de que fuera natural.
-Hola.- Su saludo si que fué natural.

Y te ganó. Se veía tan afable y tan amigable. Nada mejor para ti que una persona sencilla y encantadora.

-Estabas en el Cbtis, ¿cierto?- No pudiste dejar pasar el articular palabra.
-Si- Te miró algo extrañada - ¿Tu tambien?
-Si, también.

En eso apareció Georgina, quien desde que salió del salón los miró y su mirada se volvió pesada. La gente comenzó a retirarse.

-Ya no vino. Y nosotros ya nos vamos- Te dijo, invitandote a caminar hacia el final del pasillo.
-Hasta luego- Te despediste de ella.
-¿La conoces?- Te preguntó tu novia.
-Si. Pero...bueno...hijoles, no recuerdo su nombre...¡valgame! ¿Como es que se llama?
-Marcela- Respondió Georgina. Y su boca se llenó de luz y pronunció el nombre que inesperadamente se te grabaría en las entrañas y en un corazón esperanzado. Y precisamente tu novia, fué la que comenzó con el sencillo y primer paso de que conocieras su nombre.

-Claro, Marcela. Así se llama.
-¿De dónde la conoces?
-Del Cbtis. No recuerdo bien cómo- Mentira -Creo que fué entre las clases de la maestra Talamás...- Inventaste no se que historia, suficientemente creíble. Y todo después de un tiempo, se olvidó.

Ahora, esa nariz con ojos pequeños, tenía nombre: Marcela.

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