25 de noviembre de 2011

Con un golpe en la cara.

Soy como esas señoras mensas a quienes sus maridos les pegan, las insultan, las maltratan y demás y no entienden que no vale la pena. Sabrá porqué siguen creyendo en ese fulano vividor, cabrón, imbécil y poco hombre que les hace tanto daño, despues de escuchar perdones, 'te quieros' pobres y lánguidos, los clásicos 'voy a cambiar', excusas, pedideras de segundas (o cuartas, quintas, o décimas) oportunidades, y purasdesas.
¿Porqué la analogía? Porque no me había dado cuenta que cuando alguien te dice que va a cambiar, jamás lo hará. Ya lo hice.
Me duele saber que creer en alguien en incontables ocasiones es una mera pérdida de tiempo y
de valor, y más si cuando lo que te prometen no te lo cumplen.
Me han pasado por la cabeza esos clichés, tanta palabrería, sermones, argumentos, quejas, experiencias...de que la gente no cambia. Y no cambia no porque no pueda, es bien simple, es porque no quiere.
Qué tan pobre me siento ahora, así como esas señoras, al aceptar que no inspiro ni tantita de motivación y que hasta parece que no quieren nada ni de mi, ni para mi. Me siento tonta, porque creí, porque confié y porque al final siguió siendo lo mismo y dejé que pasara despues de los 'te quiero', del 'quiero cambiar', del 'verás que todo será diferente'...
Creo que hubiera preferido que se olvidaran de mi petición a que me vieran la cara de mensa.
Hoy me siento con un golpe en la cara pero con las manos desamarradas.

11 de noviembre de 2011

De lo único que me arrepiento en esta vida es de desperdiciar el tiempo. Pendejamente lo sigo haciendo. No es desperdiciarlo como cuando no haces nada y te pones a flojear y lo dejas pasar; me arrepiento de haberlo dejado pasar y no haber hecho lo que quería, lo que me gusta, lo que me ayudaría...perder el tiempo en pensar tonterías que sólo te mandan a la fregada, no mover las manos y los pies para lograr que las cosas pasen.
Me arrepiento tanto de haber pasado el tiempo quejándome, sufriendo y esperando por algo que no valía la pena, de llorar y llorar y de que mis años de universidad se me fueran como agua y ahora que veo hacia atrás, me doy cuenta que pude haber hecho todavía muchísimo más y que por estúpida despilfarradora de tiempo no lo hice.
¡Cómo quisiera volver a tener 19 años y volver a empezar!

9 de noviembre de 2011

Pinche gente.

Me parece raro que haya quien pida cambios y que no vea las cosas que ya son diferentes.
Me choca aquellos que quieren que pase algo y sólo esperan, sin hacer que eso ocurra, como si las cosas se hicieran por si solas.
Me irrita la gente que todo quiere y pide y no da nada a cambio.
Odio a la gente que cree que se merece todo, al instante, como si fueran principes y princesas caprichosos hijos de papi.
Me caen gordas las mujeres insoportablemente delicadas, insulsas, mentecatas y además soberbias.
La gente floja e inútil no entra precisamente dentro de mi círculo pequeño de vida.
No tolero en su mayoría a la gente conchuda, agarrada y tacaña.
No me alienta la gente que sólo piensa en lo que quiere, le conviene y le interesa y le valga madre lo demás. ¡No estamos solos!
La gente imbécil es uno de los peores cáncer de la humanidad.

6 de noviembre de 2011

Humberto.

Yo te amo. Muchísimo. Es un amor bien natural, bonito, sencillo, adquirido y edificado en el paso a paso, de esos de los que uno ni se da cuenta cuándo pasó y volteas a mirar hacia atrás y ¡téngale! ya tienes un cúmulo de cosas cargándolo.
Yo te quiero mucho, la verdad no puedo cuantificar qué tanto, ni siquiera queriéndo ser romántica y esas cosas que se me dan mucho y en muchas cosas. Creo que mi amor por ti es bien 'light' con eso de que no me es necesario verte, oir tu voz, tocarte, olerte y sentirte a diario; es un amorsito despreocupado, quietesito, paciente y tranquilito pero valiente, leal y listo para lo que se necesite hacer por ti. Es por eso que no puedo decir cuánto es que te quiero, aunque se qué es mucho, porque creo que no he tenido la necesidad, ni tu, de demostrarte a tal grado en el que encuentre un límite. Tu allá y yo por acá.
Te amo, de eso si no hay duda. 'Achis', pero ¿porqué me quieres tanto? dirás. Es bien fácil: te quiero no por los 14 años que llevamos juntos, no por la paciencia que me tienes (que es muchísima), ni por las afinidades que tenemos, nisiquiera por las diferencias; tampoco por las experiencias inolvidables y únicas que hemos tenido juntos, por tus enseñanzas, por tus buenas palabras, por tu apoyo, por el crecimiento que a lo largo de los años me has permitido alcanzar, por las tardes escolares, por las noches de borrachera, es más ni siquiera por tu comida y las hartadas que me doy, no no, nada de eso, te amo porque después de mi familia eres la persona que aún conociéndome sigue ahí, quien después de saber quién soy y como soy persiste, quien saca partido de mis virtudes y respeta mis defectos, quien me quiere y me deja ser así justamente como soy. Te quiero porque contigo puedo y debo ser yo completita. Eres esa persona que decidió por sí sola querer estar a mi lado y después de conocerme quedarse.
¡Gracias! Eres de eso que tengo que a través del tiempo sigue valiendo la pena. Por siempre, mi mejor amigo.