27 de diciembre de 2010

De la navidá y así.

Esta navidad, raramente ha sido una de las mejores y de las peores también.
Hay quienes siempre esperan a esta época para hacerse de esas cosas que tanto necesitan o desean, pues las posibilidades son más extensas por aquello de los aguinaldos, los ahorros y todo eso. En casa, nadie necesitó de nada. Cuando nos preguntamos qué queríamos de regalo, todas nuestras necesidades e incluso deseos por algo que pudiésemos tener en estas fechas ya estaban satisfechos. No necesité de nada. Compré las cosas que quise y necesité antes de las fechas decembrinas y tampoco hubo algo qué regalar en específico a mi familia.
Los bríos por la temporada en verdad no estuvieron como antes; estuve distraída de la fecha y me atrevo a decir que no me cayó el veinte de que era navidad hasta que comenzamos a preparar la cena en casa. Ese día ni siquiera nos vestimos para la ocasión. La cena fué de tres; pero en la mesa hubo más que eso.
Me doy cuenta de la gran cantidad de hipocrecía, de lo falsa que es la temporada y que el sentido de compra y no de pertenencía, es el que existe en su mayoría. ¿Qué cómo es que oso llegar a tal aseveración? Fácil. Tengo una familia amplia, una decena de tios, docenas de primos y de familia política allegada, quienes desde que mi abuelo murió se olvidaron de tratar seguir unidos. Todo sea por el dinero. Me entristece. Pero siempre fué así, a quién engañamos. Siempre se trató de quién tenía más, de quién pudo más, de quién era más feo y de quién el más agraciado, de si aquel podía, de si ese otro jamás quiso...
Y veo cómo otros se divierten, son como son y dejan ser con todos y cada uno de los miembros de la familia y hubiera querido eso.
Esta navidad fué de tres.
A la hora de la visita, no hubo muchos a quién visitar y tampoco quien quisiese ser visitado.
Esta navidad, no me faltó nada material, al contrario. Hubo muchísima menos gente que de costumbre, la pasión por los regalos, compras y la cena no existió; pero a final de cuentas creo que hubo lo que tenía que haber, esa gente que siempre estará ahí.
Navidad pinchurrienta, pero real.